«Detrás de todas las crisis se esconde una oportunidad, de hecho, en chino, se usa el mismo ideograma para referirse a ambos conceptos». Seguramente, usted ha oído o leído a algún experto aducir esta teoría en el último año. Lucía y Marian no se fiaron tanto de esta intuición china como de la suya propia, pero hace unos meses decidieron dar un paso más en su carrera y montar su propia peluquería canina en Madrid. Hace tres semanas abrieron las puertas de Vanity Pets, un modesto local que ha pasado a formar parte de los más de dos millones y medio de micropymes (empresas con tres o menos trabajadores) que operan en nuestro país.

Por el momento no les han faltado clientes, aunque saben que ésta no es la mejor época ni la más segura: «Hemos buscado un local barato, hemos aprovechado nuestra vocación, ya que nos dedicamos a esto desde hace tiempo y lo conocemos, y, para cuadrar mejor las cuentas, lo compatibilizamos trabajando por cuenta ajena en una clínica veterinaria. Nunca se sabe qué vendrá después…».

Sin embargo, no todo el mundo que se anima a convertirse en empresario toma precauciones. La inestabilidad económica y laboral está llevando a muchas personas a «tirarse a la piscina». El año pasado, Ignacio de la Vega, autor del Informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor), ya lo pronosticaba: «Habrá un repunte del emprendimiento por necesidad, por ejemplo, entre los parados». Y he aquí uno de los principales problemas que está desencadenando la crisis: la precipitación. Para Juan Carlos Vázquez-Dodero, «nunca debe ser una vía fácil de escape del paro». El profesor del IESE explica que es más que probable que en los momentos difíciles empecemos a dar lo mejor de nosotros mismos, pero advierte a los valientes de que montar un negocio «significa crear, dedicarse intensamente, soportar la incertidumbre…». «Por tanto, más vale cerciorarse, si no podría ser peor el remedio que la enfermedad: ¡parado y lleno de deudas!», exclama.

Desde la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos ATA, Rosario Moreno incide en otras dificultades que se han agravado en los últimos meses. Moreno es asesora jurídica de ATA y ve cómo el acceso a la financiación es la principal preocupación de los autónomos.

El ahogo financiero se ha llevado por delante a más de 120.000 autónomos. Según estimaciones de ATA, desde enero se cierran 500 negocios cada día. Además, 1.068 sociedades se disolvieron en septiembre, último mes analizado por el INE. No cabe duda, ante este panorama, de que la previsión económica se convierte en un gran aliado para el futuro empresario. Vázquez-Dodero lanza un consejo inicial: «Lo primero es aquilatar bien cuánto dinero se precisa y a qué plazo». En la misma línea, Rosario Moreno señala que «hasta una panadería, un bar, lo que sea, necesita un buen plan de negocio». Aunque éste sólo funcione como una hoja de ruta, ya que como repara Yago Arbeloa, presidente de la Asociación de Inversores y Emprendedores en Internet (AIEI), «muy pocos planes se cumplen tal cual», es imprescindible contar con él y no dejar lugar a la improvisación».

Pese a todo, y echando de nuevo un vistazo a las cifras de ATA y del Instituto Nacional de Estadística, el fracaso es un fantasma que ronda al emprendedor. La perspectiva ideal para afrontar esta posibilidad es la que mantiene Lucía Zavala, directora de Junior Achievement España, una organización sin ánimo de lucro que fomenta el emprendimiento entre los más jóvenes: «¿No es obvio que la preparación de esa persona para trabajar en el sector corporativo la convierte en más valiosa?».

En cambio, esta misma experta admite que a los españoles nos cuesta mucho entender la cultura del fracaso, tanto, que más bien existe una cultura «del miedo al fracaso». Yago Arbeloa, que además de presidir la AIEI es fundador de Sync.es, va más allá y afirma que «emprender sigue sin estar bien visto. De hecho, mucha gente espera que te des el batacazo…».

Ya con los pies en la tierra, y con los números bien claros sobre la mesa, es cuando se puede decir que las crisis albergan muchas e inesperadas oportunidades de negocio. En términos de supervivencia empresarial, los periodos de inestabilidad funcionan como una criba: «Sólo los que tienen buenos cimientos conseguirán salir adelante e, incluso, salir fortalecidos», reflexiona Rosario Moreno, de ATA, que pone como ejemplo de debilidad las empresas de oficios (de fontanería, promotoras…) que surgieron por el tirón de la construcción y han desaparecido con la misma rapidez que aparecieron. Por tanto, es evidente que la competencia es menor.

Además, las dificultades avivan el ingenio. «Las crisis destapan emprendedores en potencia que en otras circunstancias más fáciles no habrían asumido riesgos ni se hubieran dedicado a ello», concluye el profesor del IESE.