«Cuando veo ‘Españoles por el mundo’ me pregunto qué hago aquí». Unos 125.000 usuarios de Facebook son ‘admiradores’ de éste y otros grupos similares («Yo también me muero de envidia cuando veo…») que se han creado en la red social a raíz del éxito de este programa de televisión —y de sus homólogos autonómicos— que, cada semana, nos pone los dientes largos con las exitosas historias de compatriotas que lejos de aquí disfrutan de una vida, una casa y un trabajo mejor.
Sin embargo, y pese a la idealización que a veces desprenden, los casos que se cuentan en dicho espacio no son una excepción. Es más, la mayoría de sus entrevistados encaja bastante bien con el perfil del emigrante español del siglo XXI: joven, de entre 25 y 35 años, altamente cualificado, que busca un reconocimiento profesional y una oportunidad para mejorar su currículum. Un reciente estudio del departamento de Movilidad Internacional de Adecco dibujaba este perfil y, además, añadía un dato interesante: los demandantes de empleo para trabajar fuera de nuestro país se han duplicado desde abril de 2008. También desde esta misma fecha, observa el informe de Adecco, el número de personas inscritas en el Censo electoral de españoles residentes en el extranjero se ha incrementado en 118.145, hasta alcanzar los 1.333.693; una cifra que asciende a 1,57 millones según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero, algo más elevado ya que contempla la nacionalidad de la persona aunque ésta sea doble.
A partir de estos apuntes Eloy Capellán, director del departamento de Movilidad de Adecco, percibe la relación entre estos crecimientos y la crisis: «El dinamismo del mercado de trabajo español ha perdido toda la fuerza y hay mucha gente que no encuentra otra alternativa y se ha visto forzada a valorar opciones que inicialmente no consideraba».
Sin embargo, en el Ministerio de Trabajo no coinciden con esta apreciación. «Se trata de una tendencia de los últimos años; de momento no hemos notado un incremento específico con motivo de la situación económica», afirma la directora general de la Ciudadanía Española en el Exterior, Pilar Pin. Entonces, ¿cómo se explican los aumentos que señala Adecco? Mª Carmen Albert, investigadora del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Social y Paz de la Universidad de Alicante, lo explica: «La crisis no ha sido el detonante ni el motor, sino que ha acentuado esta dinámica, presente desde los noventa».
Otro estudio, éste realizado por la consultora Hays a partir de la opinión de 5.000 trabajadores, manifiesta que el número de profesionales que aceptaría un proyecto en el extranjero ha crecido un 4% con respecto al año pasado. Entre los que han tomado la decisión en los últimos meses se encuentra Alicia Sánchez. Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas, con un máster en Protocolo y Organización de Eventos y varios contratos en prácticas a sus espaldas, esta malagueña de 25 años está dispuesta, como muchos de sus conocidos ya han hecho, a dejar su país por un empleo: «Es la única vía que veo posible». Tan sólo pone un requisito: «Que sea un país de habla inglesa, para perfeccionar el idioma». Una vez más se repite el perfil. «Hablamos de personas con un nivel cultural mayor que hace décadas; pertenecientes a la clase media, que ya saben algún idioma y que han viajado mucho», apunta la profesora Albert. «Además, suelen estar solteros y cuentan con el apoyo económico y ‘moral’ de su familia».
Entre unas y otras experiencias laborales, Dolors Ambrosio lleva casi una década fuera de su Barcelona natal, aunque su última etapa, la que emprendió en septiembre de 2008 en Suiza, ha tenido bastante que ver con el estallido de la crisis económica. Tras ocho años trabajando para Sony en Holanda y en Londres —antes había estado otros nueve en España— decidió regresar a su ciudad. «En ese momento el expatriado se encuentra ante un punto de inflexión: o vuelve o se queda para siempre».
Ella volvió, pero unos meses después, en enero de 2008, no encontraba ni su sitio ni los retos profesionales que esperaba. «Además empecé a leer en la prensa internacional y a ver en la CNN y la BBC noticias sobre una crisis mundial, así que volví a hacer las maletas». Hoy vive en Basilea y ocupa el cargo de ‘supply manager’ en Ikea Supply, «un puesto que no habría conseguido en España porque no tengo un título universitario y por el que, por descontado, no cobraría lo mismo». Además, señala la flexibilidad de horarios, las políticas de conciliación y la interculturalidad como otras de las ventajas de su experiencia.
«En España la calidad de vida puede que sea mayor, pero desde el punto de vista de la valoración del profesional, suele ser menor», lamenta Mª Carmen Albert, que aporta un punto romántico al fenómeno de la emigración actual. «Al margen de las ambiciones, desde los setenta la pareja es uno de los primeros motivos que barajan los migrantes tanto para hacer las maletas como para quedarse en su nuevo país».