–Mamá, cuando mueras, ¿quieres que te enterremos o te incineremos?

–Luis, sorpréndeme.

Esta anécdota tuvo por protagonistas a Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943) y a su madre y se desarrolló unos años antes de que ésta muriera. El psiquiatra la contó el pasado lunes a los cientos de antiguos alumnos del IE Business School que se reunieron en Madrid para celebrar su conferencia anual. Se trataba de demostrar con un ejemplo, real e incardinado en sus recuerdos familiares, que incluso un tema tan delicado y doloroso como la muerte se puede abordar con sentido del humor.

Al modo de afrontar las desgracias que acontecen en todas las vidas —Rojas Marcos estima que, por término medio, cada persona se enfrenta a dos crisis graves en el transcurso de su existencia—, el prestigioso psiquiatra dedica su último libro: ‘Superar la adversidad. El poder de la resiliencia’ (Espasa). El autor ha rescatado un concepto de la física, ‘resiliencia’, para hacer referencia a una cualidad que combina la resistencia con la flexibilidad y que, según él, es innata a la naturaleza humana. «Hay una fuerza natural, genética, que nos ayuda de forma espontánea a sobrevivir», comentó en una entrevista celebrada poco antes de su conferencia.

Visto así, pudiera parecer que los reveses son útiles, hasta deseables. Máxime en un contexto donde se repite, casi como un mantra, aquello de que crisis significa también oportunidad. ¿De verdad merece la pena pasar por malas rachas por el poso de aprendizaje que nos puedan dejar? «Creo que no. El sufrimiento en sí no es útil para el ser humano. Lo que sucede es que la lucha para superar esa adversidad nos ayuda a descubrir aspectos que tenemos y que desconocíamos. A menudo te dicen ‘yo de aquella enfermedad, o del día en que me despidieron del trabajo, aprendí que era más fuerte de lo que creía’. Pero esa idea, que también abunda, de que nos hacemos fuertes porque nos enfrentamos a desgracias, no es real. De hecho, el ser humano tiene un límite, y las personas que tienen más dificultades para levantarse tras una crisis es que ya han tenido otras. Cuando estudiamos hoy quién se repuso antes del _11-S en Nueva York, comprobamos que aquellos que, por ejemplo, ya habían padecido la muerte de un ser querido, han tenido más problemas en su recuperación que aquellos otros que, con el atentado, encajaron su primer golpe», explica el psiquiatra, que vive afincado en Nueva York desde hace 42 años y era responsable de los hospitales públicos de la ciudad aquel 11 de septiembre de 2001, día de los ataques terroristas contra las Torres Gemelas.

Los más flexibles

A modo de lema o declaración de principios, hay una frase de Darwin que encabeza el último título de Rojas Marcos. «No son los más fuertes de la especie los que sobreviven, ni los más inteligentes. Sobreviven los más flexibles y adaptables a los cambios», decía el autor de ‘El origen de las especies’. Y en un contexto como el actual, donde los cambios en el mundo laboral son constantes, la sentencia cobra un renovado valor. El psiquiatra lo sabe, y relaciona la adversidad con el nuevo signo de los tiempos, la incertidumbre. «Por lo menos las dos terceras partes de nuestras conversaciones tienen que ver con el futuro. Si nuestro sentido del futuro, que forma parte de nuestra definición como especie, se ve amenazado, nos sentimos muy vulnerables».

En medio de las turbulencias, hay profesionales que identifican el éxito de su vida con el trabajo. Ya decía el psiquiatra Carlos Castilla del Pino que «el gran fracaso es no poder realizarse». Rojas Marcos admite que «el desequilibrio entre aspiraciones y oportunidades es una causa muy frecuente de estrés que afecta a la autoestima», aunque también advierte de que esas aspiraciones deben estar a la altura de las aptitudes del profesional y sus probabilidades reales de éxito. 

Para encajar los golpes:

Relaciónese. «Las personas que forman parte de un grupo, que están conectadas afectivamente a otras, superan mejor la adversidad».

Practique el autocontrol. En situaciones extremas, como catástrofes naturales, aquellos que sienten un control sobre la situación, tienen más posibilidades de sobrevivir. «La idea ‘que sea lo que Dios quiera’ no es útil».

Porque yo lo valgo. «Ayuda tener una autoestima razonable».

Arriba ese ánimo. «El optimismo se asienta sobre el presente, el pasado y el futuro».

Tengo un pálpito. Ante la sospecha de un acontecimiento aciago, «la intuición es más recomendable que dejarse llevar».

Ríase. «El sentido del humor nos ayuda a ver las cosas con cierta perspectiva».