Eduard Estivill, director de la clínica del sueño Estivill

El sueño es una «fábrica» donde se repara y restaura todo lo que hemos gastado el día anterior, para usarlo al día siguiente. Además, todo lo que aprendemos durante el día, lo memorizamos durante la noche. Los conocimientos se consolidan mientras dormimos.

Para que el sueño pueda realizar correctamente su función, debe durar un número determinado de horas. Se entiende que un niño de 5 años que gasta y aprende mucho durante el día necesite 11 horas de sueño. Un adulto, hasta los 65 años, necesita entre 7 y 8 horas para realizar esta función. Y todos deben hacer cada día una siesta de 15 o 20 minutos, que aumenta el rendimiento laboral por la tarde entre un 10 y un 12%. Desde hace unos años, los trabajadores de las fábricas japonesas de Toyota empezaron a hacer una siesta de 20 minutos después de su almuerzo. Aumentaron la produccion de coches en un 15%.

El sueño es fundamental para un rendimiento correcto al día siguiente. La persona que duerme mal o poco está cansada durante el día, más irritable, menos concentrada y con menos memoria. Esto determina un claro descenso en el rendimiento laborar, así como un mayor número de errores, con mayor somnolencia y peores relaciones personales entre los compañeros.

Hay dos patologias del sueño que influyen claramente en el rendimiento laboral. La primera es la Privación Crónica de Sueño. Consiste en dormir menos horas de las que necesita nuestro cuerpo. Aquellos individuos que voluntariamente disminuyen las horas de sueño tienen un 40% más de posibilidades de sufrir depresion, ansiedad y trastornos orgánicos, como problemas cardiocirculatorios, obesidad y descenso de la inmunidad.

La segunda causa es el insomnio. Son aquellas personas que tienen pocas horas de sueño y de mala calidad. Las causas son múltiples, pero el estrés y la acumulación de ansiedad durante el día son las más frecuentes. Un 30% de la poblacion española es insomne.

Las consecuencias del mal dormir en el mundo laboral son muchas: somnolencia, irritabilidad, pérdida de concentración, aumento del absentismo, conflictividad familiar y social, disminución de la productividad. Las consecuencias económicas en un año –se ha estudiado Francia y Estados Unidos–, son de 653 millones de euros, inclyendo visitas médicas, registros de sueño, medicamentos… Los costes indirectos son de 2.455millones de euros al año, debido a los problemas de salud, la disminución del rendimiento, el absentismo, los accidentes y la disminución de la productividad.

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