Juan José Miguel Tobal, catedrático de psicología de la Universidad Complutense de Madrid.
En 2011 se presentaban los resultados de un estudio de la Universidad de Alcalá de Henares en el que se señalaba que uno de cada seis españoles sufría estrés, siendo la crisis económica la principal causa. Por otro lado, ha sido notable el incremento de personas que busca ayuda psicológica para sus problemas emocionales, fundamentalmente trastornos de ansiedad y depresión.
La ansiedad es una reacción emocional que aparece cuando el individuo percibe peligro o amenaza y la tristeza-depresión se vincula a la pérdida y a las expectativas negativas sobre el futuro. Muchas personas han visto amenazadas su estabilidad, seguridad y calidad de vida, y también muchas han perdido su empleo, su poder adquisitivo, sus planes de futuro, etc. Probablemente, antes de la crisis en buena parte de la población existían expectativas exageradas y poco realistas –seguridad en el empleo, crecimiento salarial continuado…– que la realidad ha truncado, dando lugar al incremento de incertidumbre y a la aparición de una fuerte indefensión, que se manifiesta especialmente en los parados de larga duración.
Un ejemplo que ilustra este malestar e incertidumbre lo encontramos en las listas de libros más vendidos en este periodo, donde los primeros lugares lo ocupan los de autoayuda psicológica y los que aportan recetas económicas para superar la crisis.
En tiempos de crisis y zozobra el ser humano necesita agarrarse a algo que disminuya sus dudas y aumente su seguridad. También puede entenderse como efecto añadido la desconfianza en la clase política, que reiteradamente aparece en tercer lugar entre las preocupaciones de la población española en las encuestas realizadas por el CIS –tras el paro y la crisis económica–, desconfianza no solo generada por los continuos casos de corrupción, sino también por las promesas no cumplidas y la escasa capacidad de reacción para solucionar los problemas, acompañada de la creación de expectativas poco creíbles, utilizando metáforas como «se empieza a ver la luz al final del túnel», «comienzan a aparecer brotes verdes»… Expectativas que, una vez truncadas, menoscaban el estado de ánimo tanto individual como social.
No es este el lugar para hacer un análisis en profundidad y tampoco quisiera que mis opiniones parezcan excesivamente pesimistas, simplemente he tratado de describir hechos y, quizá, la crisis pueda dar lugar a un proceso, que algunos han definido como «destrucción creadora», que sirva para dar paso a una regeneración ética, a necesarios cambios estructurales y a la puesta en valor de las capacidades individuales y sociales.