Si hay algo de lo que saben los japoneses es de desastres, naturales o de otro tipo. Además del terremoto, el tsunami y la crisis nuclear que aún colea, si miramos al pasado cualquier otro país habría tenido muchos problemas para recuperarse de una guerra en la que fueron el bando perdedor y de dos impactos nucleares. Sin embargo, Japón no solo salió adelante, sino que se impuso como una de las potencias mundiales, puesto que aún, más o menos, mantiene.

¿Cómo puede un país tan pequeño, con tan pocos recursos naturales y con los mercados más cercanos a 30 días en barco recuperarse tan rápido? Tomás Zumárraga, Presidente de la Asociación de Empresas Japonesas en España, que recientemente ha participado en la conferencia «Los japoneses no lloran», organizada por la Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas (AEDIPE) y Astex, argumenta que Japón contó con unos activos muy importantes y una ayuda poco reconocida para salir de la pobreza: la gente y su tremenda voluntad para salir de la pobreza, una capacidad de adaptación tremenda y una fuerte inversión en la investigación y el desarrollo.

Además, la ayuda americana permitió que su recuperación fuera más rápida. «Aunque la situación geográfica, su religión y su cultura les han dado una serie de cualidades como pueblo, el éxito japonés reside en  ciertas metodologías que desarrollaron tras la Segunda Guerra Mundial», comenta Zumárraga.

La primera es su orientación a largo plazo, seguida del concepto de mejora continua y el uso de los «KPI» o «Key Performance Indicators», que miden el nivel de desempeño de un proceso. Pero también la orientación, primero al cliente, luego al grupo y finalmente al equipo hacen que los equipos de personas sean más efectivos y que estén más unidos.

Pero esto no sería nada sin su capacidad de mejora a través de la observación directa y de primera mano y la capacidad de tomar acciones decisivas tras haber realizado planificaciones exhaustivas y rigurosas.

Si a todo esto le añadimos la filosofía Kaizen, en la que se busca la mejora de productos empleando el menor número de recursos, nos damos cuenta de cómo los japoneses son capaces de salir relativamente bien parados de crisis que hundirían países enteros.

Bien común y sacrificio

En vista de que los japoneses son un buen modelo a seguir para salir de una crisis, ¿qué se puede y qué se debe emular de este pueblo? Según los expertos, si hay algo que los japoneses tienen pero que a nosotros se nos escapa –y muchas veces directamente rechazamos– son los conceptos de bien común y de pertenencia de grupo, un fuerte sentimiento de responsabilidad y sacrificio y un sentimiento de dar ejemplo que prácticamente es inexistente en el resto del mundo.

Según Zumárraga, el concepto del bien común y de pertenencia de grupo en España es inexistente en la manera en que lo entienden los japoneses. Para ellos sufrir una calamidad común significa juntar sus fuerzas y sacrificarse para que todos salgan juntos adelante. Ya lo dijo hace poco el emperador Akihito: «Espero que la gente supere estos tiempos de crisis ayudándose mutuamente».

En España parece que la gente se pone solo de acuerdo para buscar un culpable, no para solucionar el problema, y eso se puede achacar a una falta de pertenencia de grupo a nivel nacional. En segundo lugar, añade el Presidente de la Asociación de Empresas Japonesas en España, en nuestro país también falta su fuerte sentimiento de responsabilidad y sacrifico. Para los japoneses la responsabilidad es un bien muy preciado, mientras que en España es bastante rechazado, ya que ser responsable implica ser culpable. El concepto de sacrificio también se entiende demanera distinta, es un esfuerzo pragmático, no una condena.

Por último, y esto es algo que a duras penas se entiende en nuestro país, está el concepto de dar ejemplo si uno está en una posición de poder. El actual presidente de Japón, Naoto Kan, es un caso claro: renunció a partir de junio a su salario mensual y complementos que recibe cada seis meses como líder hasta que sea superada la crisis en la planta nuclear de  Fukushima, y pidió disculpas por no poder evitar la crisis provocada por el terremoto de marzo pasado, en el que hubo 25.000 muertos y 120.000 desplazados.

¿A qué político o directivo en España se le ocurriría renunciar a su salario o pedir perdón en público por los problemas que achacan al país?