Por Alejandro Gortari, socio de Zavala Gortari

Anticiparse. Ahí reside el verdadero motivo por el que, en épocas de crisis, aumenta la curiosidad. Se incrementan, por ejemplo, las audiencias de los programas de economía, de las publicaciones relacionadas con el mundo empresarial. Y, por supuesto, también crece el interés en la empresa en una doble dirección: el directivo se muestra atento a lo que sucede en su propia compañía (a las reuniones, movimientos, comentarios…) pero, por otra parte, permanece más pegado que nunca a lo que sucede en el entorno, en la competencia etc. En definitiva, la incertidumbre que existe sobre el trabajo está animando a los ejecutivos a conocer qué oportunidades reales tienen en el mercado. Esta curiosidad se concreta en cuatro grupos de acciones: mayor asistencia a escuelas de negocios, mayor interés en foros sectoriales, más atención a los contactos y competidores e incremento de las reuniones con antiguos compañeros de otras empresas. Todo ello con el objetivo de predecir la situación que pueda venir, que no le pille desprevenido y que, así, pueda tomar la iniciativa.

Sin embargo, esta anticipación no suele implicar que el directivo tenga un «plan B». Sin duda, sí se piensa en lo que se podrá hacer si lo que se tiene no funciona (de hecho, se ha incrementado la flexibilidad para cambiar de rumbo, de puesto, de sector…) pero si no sabemos cómo evolucionará el «plan A», difícilmente se puede plantear uno alternativo.

En cualquier caso, la actitud más acertada en estos momentos consiste en dar valor a lo que tenemos, a lo que somos, a lo que aportamos. En mi opinión, el mundo empezará a recuperarse de esta crisis cuando todas las expectativas se ajusten a la realidad. Una recomendación al candidato: mire y observe fuera, pero aprecie lo que tiene y siga dando el máximo. En cuanto a la empresa, debe provocar acciones que capten el interés de sus directivos, que sientan que dentro están ocurriendo cosas positivas y que merece la pena luchar por lo que sienten.