¿Qué es el Design Thinking?

Design Thinking, o el pensamiento de diseño, es un modelo estratégico de resolución de problemas dentro y fuera de la empresa. Desde Procter and Gamble hasta los más pequeños emplean este modelo que ayuda enfocar claramente los objetivos generales o específicos con el fin de obtener los mejores resultados.

Esta metodología focaliza el problema y, mediante una serie de fases, consigue dar una visión general y completa para poder contemplar todas las posibles resoluciones. Desde ponerse en el lugar de, por ejemplo, el consumidor, hasta hacer pruebas reales, lo que pretende es llegar a la mejor solución sin obviar ninguna posibilidad ni factor relevante al problema en cuestión.

Principalmente, el Design Thinking trata de utilizar la capacidad humana para obtener observaciones y estrategias de calidad. En este sentido, se trata de obviar hasta cierto punto la construcción de planes de futuro en base a datos y cifras que explican el pasado y empatizar con el público en cuestión, ya sea interno o externo. Sin embargo, descarta la toma de decisiones basada únicamente en el instinto.

Fases del Design Thinking

1. Conocer el problema y al público.

Antes de definir el problema que se tratará de solucionar, es importante entender cuáles son todos los factores que contribuyen a ello. Sin sacar conclusiones desde un primer momento, es importante observar experiencias, motivaciones con el fin de conseguir la mayor comprensión posible desde un punto de vista más directo.

Por ejemplo, imaginemos que en nuestra empresa, notamos una inconformidad con la hora de la comida. Quizá nuestros empleados tienen que soportar la carga de preparar su tupper de antemano a diario u optar por una alternativa más costosa en lo que a tiempo y dinero se refiere. A priori, deberemos anotar todos los factores que entran en juego, como nuestros trabajadores, sus hábitos, sus preferencias, su presupuesto, cómo valoran algunas comodidades, etc.

2. Define (claramente) el problema

Una vez familiarizados de la mejor manera posible con el entorno y el resto de elementos que entran en juego con el problema, tenemos que definir con mayor precisión qué es lo que procuraremos resolver. Analizando la información conseguida en la primera fase, será más fácil especificar y aclarar exactamente qué es lo que queremos solucionar.

Una vez sepamos qué papel tiene cada factor pertinente a la situación, definimos claramente cuál es el problema que debemos focalizar. Por ejemplo, el inconveniente que supone en el día a día de nuestros empleados tener que preocuparse por la hora de comer, y no disponer de una alternativa cómoda.

3. Lluvia de ideas

En todo proceso estratégico, topamos con la fase imprescindible del brainstorming. Tras haber dejado claro qué es lo que pretendemos conseguir y teniendo en cuenta una gran cantidad de información que lo justifica, el siguiente paso es idear. Esto se puede hacer de varias maneras y siguiendo varias técnicas, pero lo importante es dedicar tiempo, recursos y esfuerzo a conseguir abundantes propuestas e ideas. Así, seremos capaces de descartar lo que no nos interesa a la vez de contemplar todas las maneras de llegar a donde queremos.

La lluvia de ideas tiene como finalidad aportar todas las soluciones posibles. Referente a nuestro caso de ejemplo, algunas ideas podrían incluir facilitar información sobre los restaurantes del alrededor junto a sus precios, pactar con estos restaurantes para ofertas especiales para los empleados, ofrecer plataformas de pedidos online, u ofrecer un servicio de catering dentro de la empresa.

4. Hacer una prueba

Los ideadores de este proceso remarcan la importancia que adquiere esta fase del proceso. Es importante crear un prototipo o modelo de prueba y aplicarlo al entorno de nuestro problema. Esto puede ser un nuevo producto tangible o quizá un cambio a nivel interno. Este periodo de prueba de implementación permite valorar en contexto todos los elementos en juego, permitiendo así realizar los ajustes necesarios antes de lanzar una innovación para el público en cuestión.

Antes de implementar cualquier cambio, es importante resolver las imperfecciones que puedan surgir. Por ejemplo, si tratamos de proporcionar un servicio de catering, una vez decidamos si es dentro de la empresa o en colaboración con otra entidad, deberíamos probarlo durante un periodo de tiempo para ver cuáles son los pros y contras de acuerdo con las valoraciones de los empleados o desde la misma dirección.

5. Ajustes e implementación

La última fase ya consiste en hacer realidad la propuesta en cuestión. Hará falta realizar los ajustes o cambios necesarios de acuerdo con los resultados de la prueba y así optimizar la implementación final.

Tras la prueba y viendo cómo implementar el cambio de manera optimizada, acaba de ajustar los precios, las ofertas, el servicio de entrega o recogida y todo lo que pueda influir. Habiendo comprobado en tiempo real el funcionamiento del nuevo servicio, podrás haber arreglado todos los problemas, ofreciendo la solución más completa y cómoda para tus trabajadores.

¿Cuáles son las ventajas del Design Thinking?

Esta metodología innovadora y estratégica nos da la oportunidad de cruzar nuestra meta sin toparnos con todos los imprevistos, o por lo menos minimizando los daños que podrían causar. Creando unos buenos fundamentos construidos en base a información y testeando la realidad antes de lanzarnos a un público nos permite poder esperar lo mejor de una novedad.

Este modelo se utiliza para lanzar productos nuevos, pero es completamente aplicable también a la implementación de un cambio en la empresa.  Escuchar a nuestros empleados desde dentro, idear cómo mejorar determinados aspectos y probarlo antes de convertirlo en una obligación con el fin de conseguir feedback es una manera de asegurar que todos los pasos que se realizan sean siempre hacia adelante.