Miguel Ángel Fernández, portavoz de la Federación de Jóvenes investigadores/precarios.

En épocas de recesión, cuando el Gobierno decide hacer recortes en todos los ámbitos, es difícil defender la I+D+i como motor de la economía, porque sus efectos positivos solo se conseguirán con un apoyo sostenido y a largo plazo.

El pasado 6 de junio, la Secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela, publicó un artículo muy polémico en la revista británica Nature indicando que se debe hacer ciencia más excelente pero con menos investigadores. No es de extrañar que todos los medios de comunicación concluyeran que «sobran investigadores en España». La Federación de Jóvenes Investigadores/Precarios respondió con una Carta Abierta, en la que indicaba que en nuestro país la proporción de investigadores sobre la población activa es de un 9,6‰, mientras en la Unión Europea es del 10,4‰ y en Alemania de un 12,7‰. Sería interesante saber cuántos de ellos son investigadores formados en nuestro país y que se han visto obligados a partir, ante la imposibilidad de continuar su carrera científica en un centro español, donde la media de edad ronda los 50 años.

La Fundación de Jóvenes Investigadores/Precarios está totalmente de acuerdo en que la ciencia debe ser puntera y excelente. Sin embargo, con el agravamiento de la crisis desde 2009, el I+D+i español fue uno de los primeros sectores damnificados: un recorte del 4,2% en 2010, 7,3% en 2011 y 25% en 2012, cortando drásticamente progresos anteriores. No es lo mismo excelencia que competencia por recursos cada vez más escasos: la primera promueve la mejora constante; la segunda, va destruyendo progresivamente a una parte del sistema de I+D+i.

Si se reducen recursos, humanos y materiales, ¿cómo vamos a hacer esa ciencia excelente y competitiva a nivel europeo? Sin recursos no se puede investigar, sin recursos no se pueden producir excelentes científicos. Mientras tanto, la esperada Agencia Estatal de Investigación sigue siendo solo un rumor, el Plan Nacional de I+D+i –que debería marcar líneas estratégicas plurianuales para afrontar estos desafíos futuros– no ha sido aún elaborado y lleva meses de retraso.

La ciencia no puede ser excelente sin un esfuerzo conjunto entre los investigadores, los centros de investigación y las instituciones públicas, para las que tiene que convertirse en una prioridad política y económica. En esta meta, como indicamos en nuestra carta, Carmen Vela nos encontrará a su lado.