Se acaban de cumplir cincuenta años desde su creación, pero el exitoso modelo GRPI aún sigue utilizándose en las empresas como punta de lanza del trabajo en equipo. Sin embargo, es bien sabido que para sacar el máximo partido a sus cuatro dimensiones básicas se necesita de un liderazgo formado y experimentado. En este artículo abordamos los aspectos más importantes del modelo y cómo implantarlo con éxito en cualquier tipo de empresa.
Las cuatro dimensiones del modelo GRPI
El modelo GRPI fue creado en 1972 por Richard Beckhard, uno de los precursores de las teorías del cambio organizacional que surgieron en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. Se trata de una herramienta para gestionar equipos y hacerlos altamente efectivos. El GRPI se apoya en cuatro conceptos o dimensiones básicas a los que hay que atender para tal fin: los objetivos (goals), los roles (roles), los procesos (processes) y las interacciones (interactions).
Veamos en qué consiste cada una de ellas:
- Objetivos. Antes de que el equipo comience a trabajar, el líder del proyecto debe establecer con claridad los objetivos que se persiguen. Utilizar los llamados objetivos SMART aportará al grupo una dirección clara para comenzar a trabajar juntos y evitará conflictos, desviaciones y costes innecesarios.
- Roles: De la misma forma, el líder debe distribuir las tareas y asignar los roles de cada miembro del equipo en función de sus características y capacidades. Por tanto, conocer las individuales y cómo potenciarlas será esencial antes de la atribución de tareas.
- Procesos. La gestión del proyecto es clave en cualquier equipo. Para alcanzar los objetivos planteados de acuerdo a unas normas y unos roles preestablecidos, hoy en día existen numerosas herramientas de gestión de procesos. Una programación rigurosa de las tareas aumentará exponencialmente la efectividad y la productividad del grupo.
- Interacciones. Es una de las dimensiones más importantes y requiere de un liderazgo comunicativo, flexible y motivador. El líder del proyecto debe conocer a las personas que forman su equipo, y debe intentar crear el clima de confianza, respeto y libertad que se necesita para que lo individual y lo colectivo se retroalimenten continuamente.
Ventajas al implantar este tipo de modelos en la empresa
Como vemos, el modelo GRPI configura un esquema clásico de funcionamiento grupal, pero no por ello menos efectivo. A pesar del tiempo transcurrido desde su puesta en marcha y de la sencillez de su paradigma, no es posible conseguir una alta efectividad del equipo si alguna de sus dimensiones no está perfectamente engrasada. Hoy sabemos, por ejemplo, que más del 70% de los fracasos de un proyecto se deben a un mal diseño de los objetivos del mismo.
De ahí la importancia del liderazgo. La dirección y los departamentos de Recursos Humanos deben ser rigurosos con los objetivos si quieren crear equipos altamente efectivos. Asignar los medios tecnológicos, logísticos o de otra índole necesarios, así como seleccionar los profesionales más preparados o planificar los recursos formativos suficientes será vital para potenciar estos modelos de trabajo.
Si el modelo funciona correctamente, el GRPI aporta importantes beneficios a las empresas. Por un lado, desde el punto de vista económico. Cuando los objetivos están claros, los roles han sido asumidos y los procesos se han establecidos de antemano, el trabajo en grupo genera rentabilidad casi de forma inmediata.
A su vez, facilita los procesos de mejora continua. Podemos analizar conjuntamente aquellas tareas, roles u objetivos que no están siendo del todo efectivos. Por último, un equipo en comunión reforzará la idea de pertenencia al grupo, mejorará el clima organizacional y ofrecerá ideas y soluciones innovadoras ante cualquier obstáculo que se presente.