En el mundo de los negocios, el objetivo principal siempre es crecer más y generar más riqueza. Sin embargo, y paradójicamente, no todos los directivos potencian en sus empresas la llamada mentalidad de crecimiento o growth mindset. Conozcamos de qué forma se puede implantar una cultura empresarial así, donde todos los recursos humanos con los que se cuenta tengan posibilidad de mejorar y, por lo tanto, de hacer crecer a la compañía.
Creando cultura y mentalidad de crecimiento en la empresa
Las características del growth mindset también se pueden observar en la cultura de las compañías. Así, frente a estrategias que se sustentan en los empleados más talentosos, existen otras que se apoyan en el poder del grupo y en la potencialidad de sus individuos.
El poder de la empresa está, por tanto, en la inteligencia colectiva de sus equipos. Lo que aporta cada individuo al grupo será la herramienta con la que cuenta la empresa para adaptarse y seguir avanzando. Por ello, favorecen al máximo el desarrollo de todo su capital humano pues saben que el éxito está en sus manos.
Modificar o transitar desde una cultura a otra no es sencillo. Sin embargo, unos pequeños cambios pueden servir para comenzar a recorrer ese camino. Entre ellos, podríamos destacar los siguientes:
- Redefinir los valores de la empresa de forma compartida: si desde la dirección se implica al resto de la empresa para redefinir los valores de la organización, estaremos trasladando la idea de que el futuro lo hacemos entre todos.
- Aplicar nuevas fórmulas de liderazgo: si queremos implantar una mentalidad de crecimiento en la empresa podemos empezar por potenciar la libertad y la creatividad de nuestros equipos. El trabajo multidisciplinar, una dirección flexible y democrática y una comunicación bidireccional favorecerá la puesta en escena de todos los talentos con los que contamos en la empresa. El camino o la forma de llegar al éxito debe importarnos mucho más.
- Potenciar la formación permanente en la empresa: si favorecemos una mentalidad de crecimiento, este debe apoyarse en sacar el máximo partido de las posibilidades de nuestro equipo. Por lo tanto, ofrecer la formación que necesitan para desarrollar al máximo sus potencialidades, debería ser analizado como un objetivo estratégico por la dirección de la empresa.
Esforzarse y arriesgar: dos acciones clave en una mentalidad de crecimiento
La mentalidad de crecimiento es una forma de pensar que está atravesada siempre por la acción. Induce al cambio y, por consiguiente, a la mejora. Las empresas y las personas que funcionan con este estilo de pensamiento, lo hacen sobre la base de tres conceptos fundamentales: el aprendizaje o la formación, del que ya hemos hablado, junto con el esfuerzo y el riesgo.
Las situaciones de mejora y crecimiento no ocurren por sí solas. Necesitan de esa predisposición a la acción. Es imprescindible, por tanto, crear o provocar desde dentro las condiciones adecuadas para que tenga lugar. La voluntad del individuo juega un papel primordial. Sin embargo, apoyar, fomentar y premiar el esfuerzo individual en nuestros equipos será fundamental.
Por otro lado, al ponerse en acción, la empresa con mentalidad de crecimiento debe ser consciente de que innovar siempre conlleva un riesgo. Una incertidumbre. Por lo tanto, el error o el fracaso deben contemplarse desde la perspectiva del aprendizaje. De esta forma, el triángulo de la mejora continua volverá a retroalimentarse.