¿Tienes un jefe incompetente? Haz una breve reflexión, antes de ascender ¿era un buen trabajador? Si tu respuesta es afirmativa, es que estás ante un claro ejemplo que cumple con el principio de Peter. Según esta teoría, todo puesto de una jerarquía tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones.

En los años sesenta, el doctor Laurence J. Peter enunció este principio que hoy día sigue vigente. Lo hizo en un libro muy ameno que se ha convertido en un referente de la literatura sobre liderazgo.

¿Por qué funcionan entonces las cosas?

Vamos a contar la historia de Pedro, una ficción que ilustra el principio de Peter.

En los años ochenta, una editorial contrata a un joven Pedro para que pase a ordenador texto escrito a mano. Va rápido y es eficiente. Cuando la tecnología avanza un poco, se muestra hábil con los nuevos programas de composición de texto y lo pasan a maquetar revistas.

Estamos ahora en los noventa, Pedro muestra una sensibilidad artística notable, realiza diseños muy vistosos y sigue siendo cumplidor y eficiente. Además, adquiere formación en este campo. Terminan ascendiéndolo a director de arte. Se siente cómodo en su nuevo puesto, coordina el trabajo de gente que hace lo que él ha hecho siempre y entiende las dificultades que se presentan. Aunque no se le dan especialmente bien las cuestiones de dirección y organización, al final su equipo termina cumpliendo los objetivos.

Nos encontramos ya en el nuevo siglo. Con la llegada de la crisis, la estrategia de la empresa es despedir a los empleados con salarios demasiado altos y conservar a los trabajadores a los que, si despidieran, saldría muy costoso. Pedro, con un sueldo más modesto que el director editorial, que lleva poco tiempo en la empresa, termina ocupando el puesto de este. Y entonces comienzan los verdaderos problemas. No solo ya no domina el trabajo que tiene que supervisar, sino que además, como hemos apuntado antes, no se le da bien la dirección del equipo y la organización del trabajo. A esto se añade que no tiene formación ni experiencia en cuestiones de administración, economía ni márketing.

Pedro se ha convertido en un jefe incompetente. Para desempeñar su actividad actual, no se requiere ninguna de las habilidades y conocimientos por los que era valorado antes de ascender a sus dos últimos puestos. A la hora de supervisar el trabajo pone énfasis en detalles sin importancia, pero que hacen valer sus antiguas habilidades, como por ejemplo, si un informe comercial tiene un aspecto estético o no.

El trabajo sale adelante gracias a que los encargados de dirigir los distintos departamentos que él coordina se sobrecargan con el trabajo que Pedro debería estar haciendo y a que cuentan con equipos de empleados competentes. Las cosas funcionan, pero el ambiente se ha vuelto más tenso, se trabaja a disgusto y no hay una estrategia general que potencie las posibilidades de la empresa.

La importancia de replantear los ascensos

Vemos en la historia de Pedro las consecuencias de premiar el buen trabajo de un empleado con una escalada de puestos en una empresa. No se está diciendo que no se pueda empezar de botones y terminar como director del hotel, solo que deben adquirirse las competencias que son específicas en cada caso, para evitar que la incompetencia se estanque en las jerarquías.

El amiguismo y el enchufe son factores que se dan en muchas organizaciones y hay que vigilarlo en beneficio de la productividad y para actuar con justicia frente al resto de la plantilla. Hay grandes corporaciones que contratan incluso consultorías para cubrir los puestos de determinada jerarquía, pues son estratégicos a la hora de rentabilizar los recursos de la empresa.

El consejo que el doctor Peter da al final del libro es reconsiderar la carrera profesional: ¿hacia dónde quieres conducir tu mejora profesional, hacia puestos para los que termines siendo incompetente para la empresa, que te hagan infeliz a ti y a los que te rodean, o hacia una mejor forma de vida laboral?