Una palabra: ventilar. El contexto laboral que debe ser protegido por el plan de prevención de riesgos laborales (PRL) implica la ventilación. Las condiciones óptimas permitirían la corriente natural entre ventanas o puertas. Sin embargo, por el calor o por la infraestructura de los espacios, en muchas ocasiones vas a recurrir al aire acondicionado. La clave, para que sea seguro para la plantilla, está en la renovación del aire y no el enfriamiento circular del aire interior.
Ventilación y aire acondicionado
La ventilación es clave para evitar el contagio de enfermedades de transmisión aérea como es el caso del coronavirus. La evidencia científica actual indica que el COVID-19 se propaga principalmente a través de grandes gotas respiratorias, así como pequeñas partículas exhaladas llamadas aerosoles, que pueden permanecer en espacios interiores durante largos períodos de tiempo, particularmente si los espacios están cerrados y mal ventilados.
Esto no significa que sea la única medida a tomar. Ya sabéis que es necesario en interiores seguir usando mascarilla, limpiarse las manos y guardar la distancia de seguridad. Pero vigilar la contaminación del aire en el lugar de trabajo es una de las condiciones fundamentales. Se suele comparar la experiencia como si alguien estuviera fumando en la habitación. El humo se propaga y mientras que está en el aire otros pueden respirarlo. El caso es similar solo que el coronavirus es transparente a nuestros ojos.
Ya desde junio de 2020, un grupo de expertos entregó a la OMS un informe que ponía énfasis en tres medidas imprescindibles para garantizar la salud de las personas en espacios cerrados:
- Aumentar el flujo de aire, renovándolo.
- Asegurar tasas de filtración, con revisión periódica.
- Visibilizar monitores que permitan ver los niveles de CO2, la calidad del aire y el aforo en cada momento.
Plan de control del aire en interiores
Vigilar el estado del aire incluye, además de los niveles de CO2, el olor, la temperatura y la humedad. Y en la actualidad, se han añadido estándares para controlar los patógenos. Parece haber acuerdo en no recomendar los sistemas de purificación que realizan sobre el aire un tratamiento fisicoquímico.
En el caso de utilizar la ventilación natural y colocar en el interior ventiladores, estos deben apuntar hacia puertas y ventanas, de tal manera que renueven el aire y no lo muevan entre las personas, aumentando el riesgo de contagio en el caso de que alguna esté infectada.
La normativa vigila que se cumplan estos requisitos, así como la inspección de los aparatos de aire acondicionado, asegurándose de que funcionan correctamente. Las empresas deben cumplir el Reglamento de Instalaciones Térmicas de Edificios (RITE) y seguir las recomendaciones marcadas por el Ministerio de Sanidad para minimizar el riesgo de contagio asociado a la climatización. Idealmente, la eficiencia del filtro debería ser MERV 13 o mayor. Se aconseja ampliar el horario de uso de los aparatos de aire acondicionado incluso antes y después de que la plantilla esté en el interior, de cara a limpiar posibles residuos patógenos.
Por último, puedes mejorar la PRL instalando filtros de aire portátiles, comúnmente llamados filtros HEPA, que al usarlos en espacios interiores, aumentan la eliminación de pequeñas partículas en el aire.