«Con 40 años y tres hijos, no me podía permitir ser una parada de larga duración, porque, aunque tenía las necesidades cubiertas, me estaba acercando a una edad que empezaba a ser mala». A Miriam Ors, ingeniero industrial con más de trece años de experiencia en el sector de la automoción, su empresa le ofreció una baja incentivada que comprendía una indemnización y un servicio de recolocación en una agencia. Esto sucedió en la primavera del año pasado y, seis meses después, firmó un nuevo contrato de trabajo, aunque por obra y servicio, que implica una rebaja del 40% en su salario respecto a su puesto anterior.
La agencia Creade, especializada en servicios de recolocación, ha detectado muchos casos como el de Miriam entre los profesionales de alta cualificación. Tras un año en que se ha duplicado el número de parados de larga duración —de los 685.000 con que se cerró 2008 hemos pasado a 1,5 millones en 2009—, la agencia constata que son muchos los dispuestos a rebajar sus expectativas salariales hasta un 30% con tal de volver al mercado laboral. Ya habrá tiempo de escalar posiciones cuando amaine el temporal. «Para saltar tienes que retroceder unos pasos y, después, coger carrerilla», dice Santos Álvarez, otrora responsable de selección, comunicación interna y desarrollo de Gallina Blanca y hoy, después de tres meses en el paro, adjunto a la dirección de recursos humanos de la farmacéutica Zambon.
Álvarez, de 37 años, separado y padre de dos hijos, sabe que su puesto tiene fecha de caducidad: un año. Además, sus ingresos se han visto mermados un 10% por la pérdida de beneficios sociales. Pero no le importa, porque aprecia en su nueva posición una serie de ventajas que le compensan. «No es el trabajo ideal, pero me permite conciliar, aprender cosas nuevas en un sector en el que no tenía experiencia y, además, recibo clases de italiano».
Los ‘años en blanco’
Un salario más bajo, un puesto de menor nivel y un trabajo que implique cambio de residencia son, por este orden, las principales concesiones que están dispuestos a hacer los profesionales para volver al mercado. Ahora bien, ¿dar un paso atrás implica iniciar un camino de no retorno? ¿Es preferible aceptar cualquier trabajo antes que sucumbir a la maldición de los ‘años en blanco’ en el currículum? «La crisis ayuda a que la temporada ‘en blanco’ no pese en el currículum —responde Nekane Rodríguez, directora general de Creade—. Sin embargo, en cualquier proceso de selección tendrán en cuenta si ese tiempo se ha empleado para mejorar la red de contactos, hacer deporte o formarse. Por otro lado, uno tiene que ser flexible en sus expectativas, pero siempre saber qué es lo que quiere. A lo mejor es aconsejable aceptar un menor salario o un puesto de menor nivel, pero no sirve cualquier cosa; uno tiene que mantener un valor en el mercado». «Las expectativas personales están muy bien, pero la realidad es más tozuda y contundente», añade Ignacio Álvarez de Mon, profesor de Comportamiento Organizacional del IE Business School y autor de libro ‘¡Eduardo, estás despedido!’.
El caso de Miriam Ors, hoy empleada en una fundación hospitalaria donde se ocupa de la gestión de proyectos de innovación, es casi de manual, porque ella ha asumido sin rechistar el cambio de ‘chip’ al que la obligaba la crisis económica. Ya en la cuarentena, empezó un posgrado en bioingeniería para propiciar un cambio de sector en el que tendría que empezar de cero. Pese a las dudas que le planteaba su futuro, tenía claro su objetivo. «Cuando me quedé en paro, lo más difícil fue combatir la incertidumbre. Yo veía que el sector en el que tenía experiencia no ofrecía nada y me preguntaba qué iba a hacer. Entonces me planteé que necesitaba un proyecto que me motivara y que me diera una perspectiva de futuro. Para mí, lo más importante pasaba por hacer un cambio hacia un sector en crecimiento».
Nekane Rodríguez cuenta que la crisis ha alargado el tiempo medio de recolocación hasta los ocho meses. De ahí que si ha habido un frente que su agencia ha tenido que reforzar en su trabajo con los candidatos ha sido la resistencia a la adversidad y la actitud. «Hay que tener paciencia», zanja Rodríguez.