La motivación es un motor fundamental para la buena marcha de la empresa. Una plantilla motivada mantendrá un compromiso más firme con la compañía. Al mismo tiempo, el ambiente de motivación permitirá que se desarrollen las capacidades y talentos naturales que hay en cada trabajador. Pero ¿cómo llegar a esa situación ideal?
No todos estamos cortados por el mismo patrón
Hay medidas generales que la empresa puede tomar para fomentar la motivación entre sus empleados, pero no queremos exponerlas sin antes hacer una puntualización: no a todos nos motivan las mismas cosas. Lo que para una persona supone un reto a otra le puede generar un estrés paralizante.
Beatriz Valderrama, psicóloga experta en coaching organizacional, sintetiza el origen de la motivación en lo que llama la Rueda de motivos. Por un lado, detecta los motivos que impulsan a una persona a llevar a cabo una acción y, por otro, los «contramotivos» por los que evita realizar otras. En todos nosotros conviven estos motivos y contramotivos; sin embargo, a unos nos pesan más unos que otros. Por ejemplo, hay personas con una fuerte tendencia creativa que buscan la innovación constante, mientras que otras tienden a huir de los cambios pero son capaces de mantener una rutina con tremenda facilidad. En palabras de Beatriz: «Los seres humanos somos diversos también en cuanto a motivación, por tanto se hace necesario identificar y gestionar la diversidad de aspiraciones de las personas».
Cuatro medidas fundamentales para motivar
Teniendo en cuenta el punto anterior, no son acertados los planes de motivación demasiado rígidos. Hay que contar con la disposición de los empleados. Algunas de las siguientes disposiciones deberían tener carácter voluntario:
- Dar autonomía. Esta es una de las medidas que hay que aplicar con cuidado en función del tipo de empleado. Hay determinados trabajadores que conocen su actividad y saben cómo mejorarla. Se sentirán motivados si ven reconocimiento en sus buenas ideas y la empresa se beneficiará de su aplicación. Sin embargo, otros profesionales desempeñan sus tareas con diligencia y sin pensar en cambios. También es necesaria esta actitud, porque proporciona estabilidad en las funciones rutinarias de una empresa. Motivarlos para que sean más autónomos solo incrementaría su estrés.
- Dar la oportunidad de aprendizaje. La formación continua del trabajador está incluso premiada con incentivos públicos para las empresas, tan importante es para la salud laboral de un país. A gran parte de los trabajadores les motiva adquirir nuevos conocimientos porque saben que esto se añade a su bagaje personal, lo ven como una inversión. Esta práctica no hace más que revertir en el capital de valor de una compañía. Esta medida debería ser irrenunciable.
- Dar la posibilidad de promoción. También es una medida de carácter voluntario. Y no solo es atractiva para los trabajadores de la empresa, supone además un señuelo para atraer nuevo talento. Hacer carrera profesional dentro de la misma empresa es algo que puede reforzar el compromiso del empleado. Eso sí, hay que ser cautos y comprobar que se está realmente capacitado para desempeñar el puesto al que se asciende, pues se corre el peligro de caer en el síndrome del Principio de Peter, en el que un empleado termina ocupando un puesto de responsabilidad para el que es incompetente.
- Reconocer el trabajo. Esta también es una medida irrenunciable, motiva a cualquier trabajador. No hay razón para no señalar los aciertos de la plantilla, esto no debilita la capacidad de dirección de la empresa, todo lo contrario, contribuye a generar buen ambiente y a potenciar los aspectos positivos para que se continúen aplicando.