Gracias a la resiliencia se afrontan las adversidades y se consigue salir fortalecido. Es una de esas capacidades que los reclutadores de talento suelen ver con buenos ojos. Hay quien nace con ella, pero también se puede aprender a ser resiliente. Te contamos algunas claves que te ayudarán a desenvolverte mejor ante los contratiempos laborales.
La resiliencia es esa cualidad física que tienen algunos materiales para doblarse, comprimirse o estirarse y, después, recuperar la forma. Ser resiliente consiste en dos pasos: resistir la presión y volver con mayor fortaleza.
Resistir la presión
El trabajo puede ser un lugar donde se acumule mucho estrés. Hay cantidad de circunstancias que perturban la estabilidad, desde la falta de iluminación o de condiciones de seguridad en el lugar de trabajo hasta un ambiente conflictivo o bien horarios poco estables, viajes continuos, asignación de tareas y responsabilidades poco definida…
- Pensar en positivo. Cuando se empieza a torcer el equilibrio diario, nuestro cerebro tiende a buscar la información negativa y a exagerar los hechos. Hay que poner cada cosa en su sitio, analizar lo que realmente no está saliendo bien y separarlo de lo que sí funciona. Es conveniente fijarse cada día en los acontecimientos positivos que se han dado en la jornada para no perder el norte con la visión de lo negativo. Piensa en ello antes de dormir y seguro que descansas mejor.
- Cambiar el punto de vista. Hay que ser consciente de que no es la adversidad lo que provoca malestar. En realidad, son tus creencias sobre el hecho en sí lo que te genera inquietud. No puedes cambiar lo que ha sucedido, pero sí tu forma de mirarlo. Discrimina entre lo que puedes hacer, lo que está en tu mano, y lo que se escapa a tu control.
- Decir al espejo cosas buenas sobre ti. Si todas las mañanas te dices a ti mismo aserciones positivas como “puedo resolverlo” o “me siento fuerte para afrontalo” estarás entrenando a tu cerebro a creerlo. Es un principio fundamental en publicidad: cuantas más veces repites un mensaje, más huella deja en tu mente y más creíble resulta para ti. Esa creencia te dará la capacidad de acción.
Volver con mayor fortaleza
En esta fase es necesario ponerse manos a la obra y actuar con contundencia. Has sido capaz de resistir la presión, ahora actúa, haz frente al conflicto y recupera tu estabilidad. Esta actitud te hará crecer.
- Determinar objetivos. Hay que detenerse, analizar la situación y trazar un plan de acción o simplemente pensar en alternativas. ¿Qué te propones con tus acciones?
- Buscar soluciones con creatividad. Hay que contar con la habilidad de ser creativo para plantear nuevas salidas y arriesgarse a tomar decisiones. Tendrás que ponerlas en práctica y ver si dan resultado o si debes modificar un poco el rumbo. No hay que esperar que la solución venga de terceros.
- Encontrar apoyos externos. Si tienes una red de personas a tu alrededor que confían en ti, no tengas miedo a exponerles la situación y escucha al menos sus consejos. Tienen un punto de vista totalmente externo, que no está empañado por conflictos de interés. Por este motivo y porque te aprecian, pueden hacerte ver aspectos que tú no habías contemplado y ofrecer buenas alternativas. Compartir tus problemas puede hacerlos más llevaderos.
Entrenar la resiliencia puede parecer difícil al principio, pero no debes frustrarte de buenas a primeras, tienes que continuar intentándolo. Con el tiempo, se convertirá en una capacidad casi innata y te ayudará a resolver muchas situaciones tanto en el entorno laboral como en tu vida cotidiana.
[…] Fuente: Infoempleo […]