Las cosas suceden, de una manera u otra. A veces estamos seguros de saber hacia a dónde nos dirigimos. Y sin embargo no es más que el viento que sopla sobre nuestras velas el que marca nuestro destino. Y eso es así porque a veces damos por sentado muchas cosas, pasamos por alto demasiados detalles, y porque estamos seguros de que lo que estamos haciendo, realmente es como se debe de hacer. Aunque no sea así.
Recientemente se me ha dado el caso de que uno de vosotros, lectores, se puso en contacto conmigo a través de mi perfil de LinkedIn. Esta persona había estado siguiendo con atención cada uno de mis consejos sobre cómo aprovechar las redes sociales para encontrar empleo. Y, por lo que deduje cuando hablé con él, tenía la determinación de utilizar cada una de mis recomendaciones para exprimirlas al máximo, y poder mejorar la presentación de su currículo profesional.
Puedo contaros que lleva más de dos años en el paro. Que es especialista en el sector de la automoción. Y que es una persona realmente cualificada. Ergo, tiene el mismo problema que la mayoría de los que actualmente se encuentran en el paro: exceso de preparación y mucha experiencia. Ninguna de ellas supondría un inconveniente para sí mismo, puesto que a cambio de obtener una remuneración económica, cualquiera estaría dispuesto a rebajar su caché. Pero el mercado manda. Hay sobre demanda de mano de obra, y lo complicado es hacerse notar y hacerse ver.
De mis consejos publicados en Infoempleo, esta persona se quedó atascada tratando de incorporar su perfil de LinkedIn a su página profesional (o de fan) de Facebook. Así que, echó mano de lo más sencillo: contactar directamente conmigo para que le explicara en qué había errado, o qué pasos eran los que se le atragantaban. Intercambiamos un par de correos en apenas unos días. Pero a la vista de que el problema persistía, le recomendé que, tal vez, lo mejor fuera que habláramos por teléfono directamente para ver donde se encontraba el fallo.
Así, hace unos días, nos conocimos. No había mucho de qué hablar. Sobraban las presentaciones porque él ya sabía quién era yo, y yo ya contaba con unas pinceladas sobre su vida personal (que me había relatado por correo), y por su resumen profesional que pude leer en LinkedIn. Urgía resolver el problema, y fuimos a saco con él. El quid se encontraba en la imposibilidad de conseguir publicar su currículo en su página de perfil de Facebook. La aplicación no le reconocía que hubiera sido instalada. Y hubimos de trastear un poco en toda la configuración. Y en su perfil de LinkedIn, ya puestos.
Por necesidades del guión, tuve que guiarle paso a paso en determinadas tareas de configuración de su perfil personal. Sobre todo en lo que atañe a la personalización de la URL o dirección de su perfil público de LinkedIn. Esto, aunque parezca lo contrario, es muy importante, porque va a permitir que la gente que no cuenta con esta red social, pueda acceder a nuestros datos publicados en ella. Cuando compartimos la dirección https://es.linkedin.com/hpin/antoniovchanal, lo que estamos haciendo es ofrecer una puerta de entrada, a cualquiera que tenga interés por conocernos, hacia nuestros datos tanto personales como profesionales.
Si os fijáis, http://www.linkedin.com/home va a redirigirnos a nuestra home o pantalla principal de perfil de usuario, siempre que estemos registrados en esta red social, y que nuestro navegador reconozca o tenga guardados los datos de acceso (nombre de usuario y clave secreta). Pero, cuando creamos por primera vez nuestro perfil de LinkedIn, la dirección de perfil público que tenemos, se genera de forma automática, asociándola a un número indeterminado, y al nombre con el que nos hayamos registrado. Pero, también, incluye código ASCI, que interpreta los espacios que se dejan en blanco entre cada uno de las palabras.
Por tanto, podemos encontrarnos con una dirección pública incomprensible, de difícil memorización y retentiva, y compleja, por cuanto a sus letras y números. Al darme cuenta, lo primero que le aconsejé fue que modificara dicha configuración en su panel de control. Si vosotros no estáis seguros de si realmente ya tenéis personalizada esa dirección pública, podéis comprobarlo yendo a las opciones generales de vuestro perfil que se encuentran arriba a la derecha, colocando el ratón sobre vuestro nombre y luego haciendo clic en configuración. Bajo el cuadro principal con vuestros datos personales, y el tipo de cuenta, veréis otro cuadro desglosado en cuatro pestañas. De la primera, Perfil, debéis de mirar en la parte derecha donde dice configuración. Y luego en la tercera opción: Edita tu perfil público. Accederemos a una nueva página en la que veremos nuestros datos profesionales y personales. Aquellos a los que dejamos que el resto del mundo tenga acceso. Y podremos ver y saber lo que la gente va a leer de nosotros. Lo que va a conocer de nosotros.
Lo importante se encuentra, nuevamente, en la parte derecha de la página. Un epígrafe que, bajo el nombre de Tu URL de perfil público esconde la dirección accesible por la que todos podrán saber de ti. En el caso de que queramos modificarla, deberemos de pulsar en el enlace de Personaliza la dirección URL de tu perfil público, e introducir una cadena de letras que nos identifique.
Personalmente, abogo y defiendo que el identificador de usuario que se utilice sea el mismo que le de nuestro usuario de Twitter (si es que lo tenemos) y de nuestra página de perfil (o de fan) de Facebook. En mi caso, ambos llevan a un perfil cuyo denominador común es AntonioVChanal. Término con el que también identifico mi blog (: www.antoniovchanal.com).
La razón de todo ello es que, a la larga, llamarse Fernando, Antonio o Salvador resulta más familiar que utilizar una generalidad. Además de fomentar y estrechar lazos, vínculos, y ser más sencilla su memorización y recordatorio.
Al empezar el artículo decía que solemos dar por sentado muchas cosas. Que pasamos por alto demasiados detalles. Y muchas veces, es en los pequeños detalles donde puede residir la clave del éxito.
Podemos empezar hoy por aquí.
@AntonioVChanal
Coach y Formador en Redes Sociales