En el equilibrio está el desafío. En eso consiste la economía verde. «Hay que lograr un desarrollo económico sostenible que asegure el futuro y que genere oportunidades sin llegar al agotamiento de los recursos». Esa es la clave para Ignacio Mosso, consejero delegado del organismo de certificación Tüv Rheinland, y uno de los ponentes en la presentación de la primera edición del «Informe Fingerplus 2010», impulsado por la consultora Agendaplus, cuyo director, Fernando González, fue el encargado de dar el pie a la ronda de conferencias.
En la elaboración de este documento, que se centra en temas como la ingeniería, el conocimiento y la economía sostenible, han participado 84 empresas, 40 instituciones, 19 universidades y 24 colegios profesionales. Y todos ellos han llegado a la conclusión de que el empleo verde puede ser un buen motor para la recuperación del mercado laboral.
Además, como señalaran desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) «los empleos verdes permiten concebir la esperanza de que la humanidad podrá hacer frente a dos de los desafíos determinantes del siglo XXI: evitar un cambio climático peligroso y potencialmente inmanejable y proteger el medio ambiente natural que sustenta la vida en la Tierra; y ofrecer trabajo decente».
Y una cosa lleva a la otra, es decir, que la búsqueda de un modelo sostenible de producción y desarrollo compatible con el medio traerá buenas noticias en el campo social a través de nuevos puestos de trabajo… Doble sostenibilidad.
Lo que parece imprescindible es fomentar estos modelos de negocio desde la base, desde el conocimiento. Por ello, la Escuela de Organización Industrial (EOI) promueve este tipo de modelos basados en el equilibrio. Para poner nombre y apellidos a esta modalidad de empleos, los llamados «green jobs», el EOI ha elaborado un estudio que ha estimado en 60.000 el número de empresas e instituciones que tienen entre sus actividades principales algunas de las consideradas como economía verde. Y su crecimiento no ha abandonado la línea ascendente en los últimos años.
Como recuerda Alfonso González, director general de EOI, y tal y como se recoge en el Informe de Fingerplus, este sector supone el 2,2% del PIB nacional y da trabajo a un 2,4% de las personas activas en España –Cataluña, Andalucía, Madrid y la Comunidad Valenciana concentran más de la mitad del empleo verde de todo el país–. Y las perspectivas de futuro también son positivas.
Según el Informe Económico de 2009 del Presidente del Gobierno, en 2020 la economía verde traerá a España casi tres millones de puestos de trabajo, sobre todo en ecoindustria, edificación sostenible y transporte.
Sectores punteros
Pero, ¿qué sectores sustentan esta economía verde actualmente? Por actividad, la que agrupa a un mayor número de empleados es la gestión y tratamiento de residuos –140.343 trabajadores en 2010–, seguido de las energías renovables y del tratamiento y depuración de aguas residuales. Los que están en cabeza serían los sectores tradicionales, pero, poco a poco, entran con gran potencial otros nuevos yacimientos –turismo sostenible, energías renovables, tecnologías de la información y la comunicación– que van sumando alternativas al mercado laboral.
Para Alfonso González, «los sectores que irán generando mayores oportunidades de empleo serán los relacionados con el asesoramiento empresarial, con el ecodiseño o con el ciclo de vida del producto, fundamentales en la determinación del consumo o para dar información al cliente sobre su opción de compra. También serán importantes los relacionados con la biotecnología y el transporte –vehículo eléctrico–».
Parece que ningún campo quiere quedarse atrás en esta carrera por un desarrollo sostenible, pero sí es cierto que habrá algunos sectores que se podrán ver perjudicados por el repunte de los más aventajados –los beneficiados por la transición hacia una economía baja en carbono, por ejemplo– de cara a este nuevo modelo verde. «Se generarán pérdidas en aquellos negocios que soporten los costes derivados de este nuevo sistema», señala González.
De la misma opinión es la Secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera. «Habrá determinados esquemas que pasarán a la historia», dice, aunque matiza: «Lo importante es que este cambio no resulte traumático. El gran reto es hacerlo con un ritmo llevadero. Por eso será fundamental el trabajo en las consultorías y los servicios ambientales. Debemos progresar, aunque cueste reconocerlo. El modelo se ha venido abajo, hay necesidad de una transformación radical».
En esta transición será de vital importancia el papel que jueguen los emprendedores. Para Ribera, «emprender en verde» significa trabajar con una información comprensible, actuar contra el efecto invernadero, disponer de un marco normativo con limitaciones, modificar la presión fiscal y actuar con más inteligencia en el uso de los recursos. Para González, la emprendeduría también puede ser el elemento diferenciador con el que cuente España de cara a esta oportunidad.
«Necesitamos empleos verdes», afirma. Juan Mulet, director general de la Fundación COTEC, también señala al ciudadano como el elemento fundamental de la innovación, que supone la manera de aprender a utilizar ese conocimiento con el fin de generar riqueza.
Una apuesta global
Hace unos años España se situaba a la cola de los países europeos en cuanto a número de empleados en el sector ambiental. Ahora está en la media de sus vecinos de la Unión Europea. A nivel mundial, se estima que en 2030 existirán más de 20 millones de puestos de trabajo directos en este ámbito –datos del informe Empleos verdes del PNUMA y la OIT–. De ellos, tan solo los ligados a los biocombustibles sumarán 12 millones; la energía solar fotovoltaica, 6.300.000; y la energía eólica, 2.100.000.
Alfonso González recuerda que esta es una apuesta común para la mayoría de los países: «En Reino Unido, por ejemplo, el gobierno de Cameron ha hecho una apuesta importante por la economía verde. Y en España se va a aprobar la Ley de Economía Sostenible. Es decir, que gobiernos de diferente signo coinciden en este tema».