En ocasiones, la desmotivación, la rotación de personal o un clima laboral negativo en las empresas, puede venir determinado por el tipo de liderazgo. Desde el departamento de RRHH tenemos también la misión de saber detectar con facilidad a un mal líder. En este artículo, analizaremos algunas situaciones que nos pueden dar la clave de que estamos ante un liderazgo tóxico o dañino para los intereses de la empresa y los trabajadores.
Claves para detectar a un mal líder
Existen muchos tipos de liderazgo. Tantos como personas al frente de los equipos de trabajo de las empresas. Tantos como gerentes o directivos/as en diferentes niveles de responsabilidad. La personalidad, la experiencia laboral, la implicación con el proyecto, la visión estratégica y, por supuesto, la formación específica en este tipo de habilidades, determinan una forma de proceder en la gestión de personas.
No obstante, desde RRHH podemos detectar de primera mano si un determinado liderazgo está influyendo negativamente en la empresa. Alguna de las señales a las que podemos atender, serían las siguientes:
- Falta de comunicación: si detectamos que existe una ausencia de feedback constructivo, notamos falta de empatía o de motivación y, por tanto, los equipos se encuentran sin cohesión y desprovistos de información importante sobre su desempeño en el día a día, quizás estemos ante un mal líder.
- Autoritarismo: por supuesto, es una de las prácticas más anacrónicas y que menos se relacionan con los liderazgos conscientes y modernos de la actualidad. Genera baja moral, problemas de salud mental, competitividad insana y un clima laboral irrespirable.
- Toma de decisiones erráticas: una característica importante de un buen liderazgo es el conocimiento de su equipo. Esto le lleva a tomar decisiones generalmente adecuadas respecto de su capacidad de rendimiento y de los objetivos que se les plantean.
- Favoritismo: otra práctica inadecuada cuando queremos sacar el máximo potencial a todas las personas que están bajo nuestra responsabilidad y potenciar el trabajo en equipo, la solidaridad y la implicación con el proyecto.
Igualmente, existen otras alertas como la desorganización, la falta de influencia real en sus equipos o la personalización de los logros y la no asunción de responsabilidad en los fracasos, también son definitorios de un mal líder.
El líder nace, pero también se hace
Las empresas y, en este caso, los departamentos de RRHH, deben acertar en la gestión de sus liderazgos internos. Decidir con rigor qué personas están capacitadas para asumir esta responsabilidad o formar concienzudamente a aquellas que pueden llegar a asumirlo.
Como decíamos anteriormente, la personalidad es un factor muy importante a la hora de representar este tipo de roles. Existen personas capacitadas de antemano, ya que su forma de ser y de relacionarse en el trabajo, sus capacidades innatas o aquellas que son fruto de su experiencia, les convierten en personas carismáticas y con poder de gestión.
No obstante, el liderazgo también se puede entrenar. Es tarea del área de RRHH establecer políticas efectivas de mentoring o planes de carrera específicos que tengan como objetivo ofrecer a aquellas personas más sobresalientes, la posibilidad de crecer y asumir este tipo de puestos en el futuro. El coaching ejecutivo será también, un elemento básico, en el crecimiento personal y profesional de los líderes de las empresas.