Nos encontramos en un entorno socio-económico dinámico y en continua transformación. Muchos definen el entorno actual como VUCA (siglas de Volatility, Uncertainty, Complexity and Ambiguity), para remarcar que los cambios son rápidos y en gran escala, que el futuro no puede ser previsto con precisión, que la complejidad de las situaciones es elevada y que no siempre la relación causa-efecto es precisa.

¿Cómo pueden las organizaciones sobrevivir en este escenario?

Agilizando su toma de decisión, aumentando su flexibilidad y gestionando el cambio de manera eficiente. Y sobre todo poniendo en el centro de sus negocios a las personas y apostando por el desarrollo del talento.

¿Qué se entiende por desarrollo del talento?

El desarrollo del talento es un proceso de transformación mediante el cual una persona adopta nuevas ideas o formas de pensamiento y gracias al cual se generan nuevos comportamientos, actitudes y respuestas a las circunstancias actuales. El desarrollo del talento en una organización es fundamental tanto para fidelizar el capital humano como para ser constantemente innovadora. Aunque el proceso formativo cumple con ser un papel fundamental en el desarrollo del talento, es interesante recordar que en primer lugar cada empleado debe sentirse a gusto en su lugar de trabajo y verse implicado en la empresa como «si fuera suya». Por lo tanto, podemos afirmar que en el desarrollo del talento se incluyen no solamente los procesos formativos, sino también todas las acciones tomadas por parte de la empresa destinadas a los empleados y con el fin de mejorar su estancia y aumentar su compromiso.

¿El desarrollo del talento en una organización?

¿Cómo empezar? En primer lugar, sería interesante elaborar un mapa de talento, en el cual se especifican, según cada puesto, las competencias y los conocimientos necesarios a corto y a medio plazo. Sucesivamente, establecer las herramientas y procedimientos que permitan evaluar la situación actual (formación de los empleados, nivel de competencias, clima laboral, etc…).

En un segundo momento, establecer conjuntamente con los responsables de cada departamento el plan anual de formación y fidelización. Ya que “los cafés ya no valen para todos”, será oportuno dibujar planes de desarrollo a medida, teniendo en cuenta la personalidad y la situación personal de cada empleado. En los planes de desarrollo del talento se podrán incluir: la formación clásica para potenciar determinados conocimientos, talleres de coaching o charlas motivadoras para reforzar ciertas competencias y/o emociones, planes de carreras, aumentos salariales, una flexibilidad horaria, eventos de team-building, viajes, etc… Finalmente, será oportuno medir los resultados obtenidos a través de la clásica evaluación del desempeño (que ahora es posible implantarla también en formato videojuego), feedback de 360°, evaluaciones de la formación recibida, clima laboral y satisfacción de los empleados.
¿Es esencial contar con un plan de desarrollo del talento? Para poder dar respuestas rápidas, diferentes e innovadoras cada empresa tendrá que tener un capital humano comprometido, preparado, flexible y sin miedo al cambio. ¿Sería posible obtener aquel resultado sin un plan de desarrollo?