Las cosas suceden, de una manera u otra.
El tiempo avanza de manera inexorable.
Nacemos.
Crecemos.
Nos hacemos viejos.
Pero lo que es aplicable a la edad, también lo es al conocimiento.
Y del mismo modo, aprendemos…
… Crecemos…
… Y nos hacemos más sabios, astutos…
… Más torpes.
Más Necios.
Sobre todo cuando damos cosas por sentado.
Y fundamentalmente, cuando no somos capaces de ser empáticos, y no ponernos en el lugar de cualquier otro que no sea uno mismo.
Esta semana me ha pasado algo alucinante.
Desde que vengo colaborando como bloguero para Infoempleo.com han sido varios los comentarios que he leído sobre mis aportaciones, pero más los usuarios que se han interesado por agregar mi cuenta de Twitter.
En ella, he recibido mensajes de agradecimiento, consultas, mensajes de aliento…
Pero el que más adentro me ha llegado ha sido uno en particular.
El perfil de este muchacho es valiente.
Su historia, desalentadora… como la de muchos. Inmersos en la incertidumbre que provoca estos momentos de crisis.
Si os parece, empezaré por el final…
No de su historia, que aún debe de completarla, sino de un mensaje que me remitía a mi correo particular y en el que me contaba su pesadumbre, su angustia, su inocencia.
Pero donde por encima de todas las cosas, se adivinaba su resuelta convicción de salir adelante empleando las herramientas que tenga a mano.
Y, ¿adivináis?
Ha descubierto Internet y el apasionante mundo de las redes sociales, y quiere exprimirlo al máximo.
En este argumentario yo pienso exponer mi punto de vista a cosas que plantea para poder salir adelante.
Pero, de verdad, y sólo por esta vez, os invito a que divulguéis, patrocinéis, promocionéis, retuiteéis, facebuquéis y socialicéis este post entre vuestros conocidos, y aportad vuestro granito de arena a su historia.
Una historia, que en definitiva, es también la nuestra.
Érase una vez…
Cuando al principio comentaba que cuando crecemos en experiencia y en conocimientos, solemos tornarnos torpes y necios, lo hacía en el convencimiento de que nunca nos damos cuenta de lo que tenemos alrededor.
De qué personas tenemos a nuestro lado.
Damos por hecho que lo que nosotros conocemos, lo saben los demás.
De que nuestra experiencia, será la misma con la que se percatan los demás.
Y no es así.
Cada persona empieza a adquirir conocimiento a partir de un determinado momento de su vida.
Empieza a aprender cosas nuevas con cada paso que da.
Y sigue comprendiendo cómo funcionan las cosas, con cada experiencia nueva que adquiere.
Mi Juan Alguien particular (lo llamo así porque John Doe es demasiado americano, y porque nadie es nadie en esta vida), se encuentra en la encrucijada de tener que empezar de nuevo.
De tener que empezar de cero.
Pero su hándicap es el de su baja cualificación profesional, completamente alejada de lo que se suele encontrar en las redes sociales (si descartamos al bloguero de Andalucía que describió su epopeya buscando curro, y por el que se dio a conocer en toda España).
De formación, su oficio.
Al que le ha dedicado sangre, sudor y lágrimas.
Y por el que se desentendió, otrora, de preocuparse de nada, más que por mantener un ratio de producción en una cadena de producción.
Las redes sociales ahí sí que le pillaban algo lejos.
Por lo que desconoce términos como dominio, hosting, y otras cosas que, para muchos de nosotros son habituales panes nuestros de cada día.
Sin pudor y con vergüenza me comenta su inocencia sobre el tema.
Pero es aquí donde empieza su aprendizaje.
Y con su ejemplo, espero marcar una línea que separe la ignorancia de conocimiento, de la ignorancia de prójimos (por próximos).
Estamos habituados a escribir, a hablar, a explicar cosas que, a muchos nos son familiares, pero que ahora, a millares les son desconocidas.
Así que espero romper una lanza a favor de éstos.
Y abrir brecha, e iluminar el sendero.
Y en el principio…
Resolveré algunas dudas y aportaré luz sobre las sombras, querido Juan.
Para comprender el mundo de las redes sociales hay que saber sobre qué pilares se asienta.
No basta saber cómo funciona.
Y algunos conceptos son básicos, como bien apuntas.
Cuando se habla de dominio… Es como la dirección donde vive tu página web, tu blog (que de una forma prosaica también es una web).
Va asociado a lo que se llama un número IP, que no es otra cosa que… por ejemplo, si usas un GPS, puedes introducir la dirección de una calle, o las coordenadas del sitio (que identifican a la calle). Pues es esas coordenadas, internetmente hablando.
Es importante que un blog tenga dominio propio o nombre propio, por lo siguiente:
1. Es más fácil recordar un nombre familiar y corto, que una dirección compleja y larga. Cuando se ofrece un blog como lugar de referencia para que la gente te lea, si no tiene posibilidad de acceder a un enlace o link, debe de memorizar el nombre el sitio.
Así, es más sencillo memorizar ‘AntonioVChanal punto com’ que ‘blogspot barra a vallejo c’.
Y no hablemos si en lugar de eso hubieras de recordar un número IP, que suele estar compuesto de cuatro tríadas de números, del tipo xxx.xxx.xxx.xxx. Para morirse.
2. Cuando buscamos empleo, es bueno que se tenga un sitio accesible (en Internet) en el que nuestro perfil profesional pueda verse y difundirse.
Esto facilita las cosas al, por ejemplo, permitir incluir dicha dirección de internet como firma del correo electrónico, de forma que cuando envías cualquier mensaje, el receptor siempre tiene a mano esa información.
3. Como casi siempre sucede, lo particular terminará definiendo a lo general, y seguramente se te identificará con ese nombre. Por ello es importante que signifique algo, o que diga algo en sí mismo.
En el caso de mi blog, me define y me identifica. Porque tiene que ver con lo que me sucede casi a diario, desde que escribo en él. Como suelo decir, es mi vida en directo.
4. Para poder tener un dominio propio es necesario adquirirlo. Se compra. Son baratos. Tirados de precio en ocasiones. Y es una inversión que merece la pena si de verdad quieres aprovechar las sinergias de este mundillo.
Más cositas…
Empezar por un blog no está nada mal.
La mayoría de ellos cuentan con pequeñas aplicaciones o gadgets que permiten enlazar cada artículo con las redes sociales que queramos.
Esto facilitará que quienes nos lean puedan divulgar y dar a conocer los artículos que más les gusten.
O guardarlos.
A la pregunta de cómo hacer un blog de calidad, que esté bien hecho,..
Bueno…
… No hay ciencia, sino paciencia.
No se trata de que saber qué contenidos pueden hacer que sea de calidad.
O conocer el secreto que te permita tener millones de seguidores.
De saberlo… No creo que lo compartiera contigo. Perdería varios millones por mi parte.
No.
Lo primero al hacer un blog es plantearse por qué lo quieres escribir. Cuáles son las pretensiones que tienes. Si quieres que te sirva de catarsis personal, o quieres denunciar alguna cosa… O varias.
Lo primero es el enfoque.
El resto viene dado por sí mismo.
Si tienes una buena redacción, claridad en la forma de expresarte, y lo que cuentas tiene interés al menos para ti, ya es un éxito.
Luego te tocará darlo a conocer, buscar seguidores, y darle forma con los aportes de la vida misma.
Los blogs suelen ser accesibles, públicos, libres.
En mi caso abogo por libertad de expresión total del público.
Haga comentarios buenos o malos.
No hay que olvidar que una mala crítica siempre es un buen aporte que puede crear controversia y polémica.
Más visitas.
Pero no hay que olvidar que el blog es una herramienta. No un medio de vida, salvo que puedas tener ingresos por publicidad.
Divulgar o publicitar, dar a conocer el blog en las redes sociales es sencillo.
Basta con hablar de él de cuando en cuando.
Verás.
En mi caso, decidí apostar por contar mi lucha vivida para encontrar empleo.
Pero en lugar de dar una cara negativa en cada aporte, y en cada tuit que publicaba, preferí apostar por teñir de optimismo cada mención.
Así, a poco, y también gracias a mi experiencia acumulada por mi profesión (aunque en otros campos), he desarrollado una especial habilidad para asesorar a mis iguales en esta búsqueda.
No sé más que los demás.
Ni tengo el remedio que nos dé un trabajo a todos.
Pero conozco algunas herramientas que pueden ayudarnos a facilitarnos esa tarea.
Y eso es lo que intento compartir con mayor o menos éxito.
En vuestro caso, siempre habrá algo en lo que destaquéis.
Si Juan Alguien ha trabajado durante tanto tiempo en una cadena de producción, seguramente algo tendrá que contar de esa experiencia.
Qué mejoraría.
Qué cambiaría si volviera a trabajar en ella o en otra similar.
Qué ha echado en falta en el ámbito formativo, laboral, familiar…
…
De eso sabes tú más que yo.
Finalmente, si quieres que los usuarios de las redes sociales accedan a él, lo mejor es que lo menciones en tu perfil.
Que lo cites.
Ten en cuenta que, en definitiva, no es más que un enlace a una página web.
Lo normal es que cuando comentes algo, en cualquiera de esas redes, a cualquier persona, no tienes por qué tener que citar siempre esa dirección.
Por el contrario, quien esté interesado en saber de ti, lo primero que hará será ver qué dice tu perfil, y conocer quién eres.
¡Ah!
Mi último consejo es que no hagas publicidad de tu sitio o de tu blog.
Es mejor la divulgación.
La diferencia es que cuando publicitas buscas un beneficio económico. Cuando divulgas sólo quieres dar a conocer.
Mi recomendación es que hables de lo que sabes, que seas prudente pero certero.
Y con esto y un bizcocho…
Lo importante es reunir las ganas, la motivación necesaria, y ponerlo en marcha.
Coger al toro por los cuernos y seguir hacia adelante.
Desde mi punto de vista, si se usan las redes sociales para buscar y encontrar empleo, eres también testigo de muchas otras historias contadas en primera persona por quienes sigues.
Piensa que estamos en la sociedad de la información, y que las redes sociales te dan información de primera mano.
Que estás bebiendo de fuentes de información no adulteradas.
El miedo es una sensación primaria en todo ser vivo.
Puede que a veces paralice.
Pero piensa que de cada error que se comete se aprende el doble.
Y que con voluntad todo se consigue.
Se suele decir que querer es poder.
Da igual tener treinta, cuarenta que setenta años.
No hay edad para iniciarse en las redes sociales.
Sólo tiempo para divertirse en ellas.
Y pasar, al menos, un buen rato entretenido y provechoso.
¡Ánimo!
@AntonioVChanal
Coach y Formador
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