El impacto negativo en la productividad de los empleados es causado por los saboteadores de la concentración y capacidad de rendimiento. Puedes clasificar los saboteadores de la efectividad en internos y externos. Unas veces, es el propio comportamiento interno de cada persona el que boicotea sus objetivos. Y en otras ocasiones, son estímulos externos los que distraen de la tareas a realizar. Aquí siguen algunos ejemplos de unos y de otros y propuestas para combatirlos.
Saboteadores externos
En primer lugar, es importante analiza con rigor la situación, a ver si antes de los móviles y la tecnología todo el mundo estaba superconcentrado en el trabajo. Las primeras distracciones tienen que ver con la apariencia, porque planchar “con la raya” la camisa, pensar el vestuario que de ninguna manera se puede repetir en la semana o incluso el mes y elaborar estrategias de relaciones sociales con aspiraciones para escalar puestos, despistan de los verdaderos objetivos por los que un empleado es contratado por la empresa.
Aumentar la productividad de la plantilla empieza por facilitar su liberación de los saboteadores del desempeño laboral: imagen, hiperconexión y falta de programación. El top de los saboteadores externos son las notificaciones, es decir, el chequeo constante de la bandeja de entrada o de las distintas aplicaciones de mensajería. Para ello, establece entre los trabajadores horarios dedicados a esas tareas. Por ejemplo, el mail se revisa la primera media hora y hasta media mañana no se hace otra revisión.
Los entornos VUCAH entorpecen la desconexión y dificultan la capacidad de concentración. Cuanto mayor espacio laboral ocupa la tecnología, más valor adquiere la creatividad e innovación. Por tanto, sugiere silenciar las notificaciones y configurar los dispositivos para recibir solo las urgentes. Las soluciones informáticas deben estar al servicio de la estrategia empresarial y no los trabajadores al servicio de las apps.
Finalmente, cabe destacar el entorno y la falta de organización. El ruido ambiental, tanto sonoro como visual, obstaculiza la concentración. Este saboteador es relativamente sencillo de evitar, con el uso de auriculares o restringiendo las llamadas, especialmente si el trabajo se realiza en remoto en un entorno doméstico. Por otra parte, la cuestión de la programación va a ser clave a la hora de estructurar la agenda, los entregables y limitar la acción de los anteriores saboteadores.
Saboteadores internos
Dentro de cada empleado, como de cada persona, habitan los saboteadores que desvían su voluntad y dificultan el desempeño laboral. El más frecuente en la era de la hiperconectividad es el de la falsa creencia en la multitarea. A menos que se acerque a la especie de los pulpos, el ser humano necesita enfocarse en una actividad para lograr un alto rendimiento. A mayor dispersión, menor calidad.
La cuestión general, no obstante, radica en la autopercepción. Grandes saboteadores dentro de esta categoría son: el síndrome del impostor, la resistencia a delegar o a pedir ayuda, o los niveles de exigencia y perfeccionamiento que limitan por la fuerte autocrítica con el famoso “yo no debería estar haciendo X”, que tanto tiempo hace perder a los trabajadores.
Por último, cada vez hay más estudios que apuntan a que la inteligencia emocional, la creatividad y la óptima resolución de las incidencias nacen de perfiles que son tan aptos para estar enfocados en su horario laboral como capaces de desconectar cuando procede. El derecho a la desconexión, además de ser un derecho, es la condición de posibilidad del aumento de la productividad. Busca tu tiempo difuso de calidad ya sea realizando ejercicio físico, escuchando música o tomando un rato el sol.