Pedro Delgado, excilcista y comentarista de TVE.

Entre sus desempeños, destaca el ser ganador del Tour de Francia, algo reservado a muy pocos, un triunfo de su larga carrera de victorias como profesional. Ahora, Pedro Delgado (Segovia, 1960) sigue viviendo el ciclismo a fondo como comentarista de TVE, donde ha conseguido destacar por su forma de contar un deporte tan sacrificado como el ciclismo. Y tan controvertido: en los últimos tiempos, el doping ha añadido titulares –para mal– a los esforzados de la ruta. De hecho, nuestra cita con él coincide con la comunicación de la condena del Tribunal de Arbitraje Deportivo a Alberto Contador por consumir un «suplemento alimentario contaminado».

Le cojo en caliente por lo de la sanción a Contador, ¿qué opina al respecto?
Que es un desaguisado. Me produce estupor una decisión en la que, además, se ha tardado tanto… Todos queremos un deporte limpio, pero en el asunto del clembuterol está claro que esa cantidad tan pequeña no hubiese servido para nada… en fin, recomiendo a Alberto que cuando vuelva lo haga con todas sus fuerzas, que se reivindique en la carretera.

Todavía mantiene su pasión por la bicicleta, tanto que fue su primer objetivo cuando ganó sus primeras pesetas…�
Siii…(sonríe). Tendría unos 14 años cuando, con mi hermano Julio –él era más decidido que yo, y puso la iniciativa en marcha–, empezamos a repartir el periódico ‘El Adelantado de Segovia’, con el objetivo de comprarnos nuestra primera bici. Íbamos a la redacción, nos daban los paquetes y los repartíamos por los barrios que teníamos asignados. Nos pagaban unas 1.000 al mes y, cuando conseguimos ahorrar 3.000, nos compramos una Orbea azul.

No creo que se conformara con compartir bicicleta…�
La verdad es que, por aquélla época, tenía en mente conseguir una de carreras, así que ahorré un poco más y conseguí comprar una que costaba 5.500, que por la fórmula del ‘pronto pago’, se quedó en 5.000.

¿Y cuándo decidió que sus estudios de Enfermería dejarían paso para siempre al ciclismo?
Tardó más de lo que esperaba, porque, aunque en casa confiaban mucho en mí, tenían muy claro que los estudios eran lo primero. No se me daban mal los estudios, pero yo quería dedicarme al ciclismo. Llegaba una oferta de un equipo muy competitivo, con posibilidades, y mi padre decía «Ya, ya, pero cuando vaya aprobando». Fue después de la ‘mili’ cuando ya la cosa se aclaró: después de un año de compatibilizar los estudios de Enfermería con las carreras, pasé a dedicarme a la bici a tiempo completo.

Los éxitos llegaron pronto, ¿cómo gestionaba el dinero?�
Bueno, como pasa en este deporte, las primeras carreras no dan para mucho y, al principio, los premios iban para una bolsa común que se repartía entre todo el equipo. Por ejemplo, gané el Tour del Porvenir antes de ir a la ‘mili’, pero daba para la comida y poco más. Y no olvides –y no es un tópico– que los tiempos han cambiado mucho: en aquélla época, tenías que invertir en equipo, en mejorar tu bicicleta… así que, con los primeros ingresos, pude llegar a comprar un coche y poco más.

Pero cuando tocó ganar el Tour, ya había que planificar…
La verdad es que no había tanto agente y jaleo como ahora… pero, obviamente, te buscabas un asesor para gestionar las cuentas, un abogado cuando había que firmar un contrato importante…te obligas a tener una contabilidad, a confiar en alguien para que te puedas dedicar en cuerpo y alma a tu deporte.

¿No visualizaba qué haría cuando se bajara del sillín?
Pues no, ni lo imaginaba. Lo de ser comentarista surgió en una charla de ascensor, al final de mi carrera. Después de una etapa, un subdirector de deportes de TVE me preguntó: «¿Por qué no comentas las carreras para TVE?». Y hasta ahora, que he compatibilizado mi trabajo en TVE con las colaboraciones en la SER, donde empecé en 1988. En cuanto a inquietudes de montar negocio no he tenido, salvo una experiencia que no salió bien y que me hizo ver lo encima que hay que estar de un negocio.

¿Qué nos queda por ver en el ciclismo?, ¿hay algún fenómeno a la vista?
La evolución ha sido impresionante, tanto en los equipamientos como en la preparación física de los corredores… pero también ha aumentado la exigencia. En mi época, si quedabas segundo, decías «¡qué poco ha faltado para ganar!» Ahora, es mucho más competitivo, la lucha por ser primero es mucho  más duro. En cuanto a nombres, no me atrevo, porque hay talentos muy grandes pero puede haber un doble camino: los que van lanzados como favoritos y luego no prosperan como se esperaba, y los ‘tapados’, que sorprenden al pelotón.