Por Pablo Gutiérrez-Jodra, socio de Referal Partners-The Amrop Hever Group

En etapas de recesión económica el ánimo de los equipos directivos decae en proporción directa a la dimensión y duración estimada de la crisis. La escasez de recursos, unida a la inestabilidad de los puestos de trabajo y al incremento de casos conocidos y cercanos de pérdida de empleo, hacen que los que permanecen en su posición pierdan la esperanza de lograr los objetivos marcados en los planes de negocio, y tengan menos confianza en sí mismos y en la organización, cayendo en una clara desmotivación y haciendo necesario recuperar la confianza perdida.

Dentro de la jerarquía de necesidades, es en estas épocas cuando la satisfacción de las primarias, o fisiológicas, y secundarias (de seguridad) se convierte en el objetivo vital de cualquier ser humano, aparcando la satisfacción del resto —sociales, autoestima y autorrealización—, para tiempos mejores. La motivación del equipo debe centrarse fundamentalmente en cubrir estas dos necesidades que hagan devolver la confianza perdida.

Cómo lograrlo va a depender fundamentalmente de la comunicación. Si hasta ahora no se ha mantenido una comunicación clara, directa y constante con el equipo, es el momento. El desconocimiento genera incertidumbre y ésta a su vez preocupación. El saber genera tranquilidad. Tanto para bien como para mal. A esto hay que unir una determinación objetiva de las metas a alcanzar así como de los recursos con los que se va a contar.

El directivo, además, deberá redoblar su esfuerzo en seguir de cerca el día a día de su organización, más desde una perspectiva de colaboración que de supervisión y control. Aparecerán entonces las dotes de liderazgo que se deben presumir en todo buen ejecutivo y que consiguen hacer trabajar a los equipos con eficacia. Deberá también transmitir a su equipo la obligación de trasladar el mensaje en cascada a toda la organización para involucrar a todos los miembros en el objetivo común. Así como fomentar el desarrollo de iniciativas individuales o colectivas encaminadas a incrementar ingresos. Si no se ha desarrollado un plan de reducción del gasto, hay que implementarlo, pero evitando caer en la espiral de reducción de costes.

El líder que no consiga trasladar un mensaje de estabilidad y seguridad difícilmente va a conseguir recabar el esfuerzo extra que toda organización requiere para superar con éxito una etapa de crisis, y la mejor forma de lograrlo es a través de esa comunicación clara y fluida.