José Luis Hernández, fundador y director general de Carlin

«Siempre he tenido un ídolo, mi hermano Jesús, al que adoraba. Ahora vengo de verle. Es diez años mayor que yo, está con Parkinson, y todos los días pasamos un ratito juntos». José Luis Hernández es un hombre sensible, que se muestra sin reparos. Presiden su despacho un gran Buda sentado y una vela encendida. «Cuando yo tenía diez años, mi hermano me parecía un hombre muy mayor: todo lo que hacía era lo que había que hacer». «Separarme de él fue una catástrofe así que, sin haber acabado el Bachillerato, me fui a París». Allí su hermano disfrutaba de una beca. «Me encontré con que las cosas no eran tan fáciles como pensaba». Siendo aún un niño logra trabajo como portero de noche en un hotel -«cuando llegaban las inspecciones me tenía que esconder en un armario»- y decide acabar sus estudios por libre. «Eso sí, he sido bastante aplicado. Pese a muchas dificultades, no he perdido demasiado el tiempo». «Estudié Letras, Literatura, mi gran pasión, en las universidades de París y La Sorbona, y me serví de estos títulos para conseguir trabajo en un colegio privado en Minneapolis». «Alguien me pidió que diera clases particulares a un ejecutivo y nos hicimos íntimos amigos. Así conocí a Mark Baccash», un hombre que más tarde revolucionaría su vida.

«En Estados Unidos estuve unos cinco años y, luego, volví a Francia, donde me pasé un año dedicado a la enseñanza. Después regresé a España, de la mano de una importante empresa de decoración, que tenía en su currículum el propio palacio presidencial, el Elíseo». Aquel mundo le atrapó unos años hasta que su viejo amigo y antiguo alumno Mark Baccash le invita a París para proponerle un cambio de aires. «Le dije que sí a todo». Un gran proyecto de venta de lencería por catálogo le mantuvo entretenido un par de meses. «Después me dijo que se había equivocado de sector, que debía ser la papelería. Igualmente le dije que de acuerdo», cuenta riendo.

En 1988 nace Carlin Ventas Directas: «Car, de Carmen, mi mujer, y Lin, de Linda, la mujer de Mark Baccash». «Abrimos un hipermercado de 1.500 metros cuadrados en Madrid y creamos el primer catálogo Carlin, una edición de 500.000 ejemplares». Sobre la marcha, ambos socios lo aprendieron todo. «En Madrid fue un gran éxito». En el resto de España, los resultados fueron muy desiguales. El dinero aportado (1,8 millones de euros) podía acabarse. «Entonces surgió la idea de franquiciar». «Se crearon distintas pymes de personas muy allegadas que nos pedían que formáramos parte del accionariado. Los primeros franquiciados independientes tardaron algo más». Desde entonces, el negocio no ha dejado de crecer y hoy planta cara sin complejos a multinacionales que no consiguen arrebatarle el liderazgo. ¿Su secreto? «Nunca me he relajado, ni he vuelto la vista atrás en ningún momento».

«Nunca he sentido esto como si sólo fuera mío, he sentido que era de todos»
«Hemos tenido alegrías, bondades, pero también hemos conocido el fracaso». Escuchándole hablar parece fácil construir una cadena de papelerías como la suya, que supera ya los 500 puntos de venta. «En ningún momento he pensado que esto es un éxito. Yo no siento las cosas en estos términos». «Hicimos una apuesta económica y personal muy importante. No hay que olvidar que yo dejé una empresa en la que me iba muy bien. Me pareció que valía la pena y siempre he mirado hacia adelante». «La mayor satisfacción es haber compartido esas alegrías, ver cómo el proyecto va creciendo, cómo en años buenos se adhieren muchísimos emprendedores…».

Por el camino ha perdido a su socio -que no a su amigo-, que ha montado un negocio similar llamado Office One. José Luis Hernández es un hombre de equipo y se siente incómodo hablando de Carlin en singular. «Nunca he sentido esto como si sólo fuera mío: siempre he sentido que era de todos». «Me gusta trabajar con personas que sabes que no te van a traicionar, con las que haya una comunicación fluida».

Y después de todo, ¿qué cualidades cree que necesita un emprendedor? «Tiene que tener seguridad y saber que debe compartir. Además debe buscar la objetividad. No debe tomar decisiones por intuición, por orgullo o por temas personales».

Pasión: «Una gran biblioteca digital en iTunes»
«La Literatura es mi gran «hobby». Hoy me entretengo creando una gran biblioteca digital en iTunes.com, una recopilación de obras de teatro, narrativa y poesía que he coleccionado desde los 14 años. Cada día dedico a esto dos o tres horas». «Me gusta escuchar obras de teatro. Éstas son las últimas que me acaban de llegar [muestra unos ejemplares]: ésta es de Oscar Wilde, una gran obra, y éste es un gran autor, Samuel Beckett». ¿Y cuál es su preferida? «Le Misanthrope», de Molière, sobre el vicio de la virtud.

Carácter: «Paz en mi interior en todo momento»
«El rasgo principal de mi carácter es intentar escuchar a las personas». ¿Y aquél con el que está menos satisfecho, contra el que lucha más? «Me enfado poco, pero si en alguna ocasión me encuentro mal porque algo me molesta, aunque sea interiormente, me gustaría frenarlo para que hubiera paz en mi interior en todo momento».

Libros: «Lo leía, lo recitaba, lo cantaba…»
¿A quién admira José Luis Hernández? «No puedo evitarlo: a aquellos que escriben grandes obras de teatro o grandes poemas. Y si me preguntas una obra, un escritor, un libro, te diré que Arthur Rimbaud: «Una estación en el infierno». Este libro me marcó durante años. Lo tenía en mi dormitorio y lo leía una y otra vez. Lo leía, lo recitaba, lo cantaba una y otra vez…»