Seguro que en las largas colas de las oficinas del INEM se forjan sueños de personas que quieren ser dueñas de su tiempo y de su destino. De ahí saldrán algunos con coraje, ilusionados con un proyecto, que se pregunten: «¿por qué no voy a hacer esto?».

He de reconocer que tengo cierta debilidad por los «perdedores» y los «fracasados». Me parecen personajes más atractivos y humanos. Entre las cosas que admiro de los anglosajones, además del pragmatismo, el escepticismo y el sentido del humor, está la mejor aceptación de los «perdedores». Steve Jobs -al que echaron de Apple, la empresa fundada por él- es uno de mis «fracasados» favoritos.

Los datos recientemente publicados por el Círculo de Empresarios confirman que son más emprendedores los inmigrantes que los españoles. ¿Por qué? Porque en España tenemos mucho miedo al fracaso. La posibilidad de no triunfar representa un obstáculo crucial para un 47% de los españoles, mientras que en el resto de los países de la Unión Europea el porcentaje baja a un 39%. Otra de las cosas que admiro de los anglosajones es que en las universidades americanas el mayor «fracasado» se pone como ejemplo a seguir: Ernest Henry Shackleton, explorador recordado por su expedición a la Antártida. En Estados Unidos un currículum debe incluir los logros, pero también todos los proyectos fracasados. ¿Se imaginan algo parecido en nuestro país?

El miedo a fracasar es sólo una de las barreras en el fomento del espíritu emprendedor. Tampoco ayudan la maraña regulatoria, la rigidez del mercado laboral, el esquema autonómico que debilita la unidad de mercado, el escaso desarrollo del capital semilla y la falta tanto de financiación como de incentivos fiscales.

Vuelvo de nuevo los ojos hacia América: Bill Gates ha comentado que él nunca contrataría a un directivo sin espíritu emprendedor. Para el fundador de Microsoft son necesarios, por lo menos, dos fracasos. En Estados Unidos, una de las preguntas clave que un inversor realiza a un emprendedor es el número de proyectos fracasados que tiene en su haber.

En 2005, la Universidad de Stanford invitó a Steve Jobs a pronunciar el discurso inaugural a los graduados. Si no ha tenido oportunidad de verlo, le animo a que entre en Youtube. Jobs describe cómo los batacazos de su vida han resultado ser elementos indispensables en el camino hacia el éxito. 

La Unión Europea ya ha integrado el espíritu emprendedor en su estrategia para dotar a la economía de la zona euro de una mayor capacidad competitiva. El presidente más carismático de la historia de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, en su discurso de investidura se dirigió a sus conciudadanos con un: «No te preguntes qué puede hacer tu país por ti. Pregúntate qué puedes hacer tú por tu país». Esto define bien lo que debe ser el espíritu emprendedor que tanta falta nos hace en España.

Por Lucía Casanueva

Directora de Portocarrero & Asociados

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