No hay más remedio: es necesario trabajar más años. Así, al menos, lo  aseguran diversos organismos internacionales. Y es que las cuentas no salen: hay que aumentar la fuerza de trabajo y conseguir que el número de  pensionistas no se dispare. Según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA), la tasa de empleo en la Europa de los 27 era del 69% en 2009 –últimos datos que ofrece–, pero solo trabajaba el 46% de los más mayores –el grupo de  edad entre 55 y 64 años–. El objetivo de la estrategia Europa 2020 es aumentar la fuerza de trabajo en el continente y conseguir una tasa  de empleo del 75% entre la población de 20 a 64 años.

Esta misma semana, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se pronunciaba en este sentido. Durante una conferencia de las Naciones Unidas sobre envejecimiento, el director ejecutivo para el Empleo del organismo, José Manuel Salazar- Xirinachs, advertía de que disminuir la edad de jubilación en las economías avanzadas no ayudaría a reducir el elevado desempleo juvenil. Aunque en un principio parecería la solución más sencilla, Salazar-Xirinachs la descarta: «En la práctica, los trabajadores más jóvenes no pueden sustituir fácilmente a los trabajadores mayores». El número de puestos de trabajo no es estable –explicó el responsable de la OIT–, sino que cambia en función de las condiciones del mercado laboral, «de manera que cuando un trabajador mayor deja su trabajo antes, no es automáticamente remplazado por un trabajador más joven». A ello se añade que un trabajador joven no tiene necesariamente la capacidad de realizar el mismo trabajo que un trabajador mayor, que ha adquirido calificaciones a lo largo de su carrera.

Facilitar el empleo

El responsable de la OIT insta también a establecer políticas que fomenten el empleo de las personas de más edad. Y eso implica facilitar las condiciones de  trabajo de los empleados maduros. Con este objetivo, la EU-OSHA ha publicado recientemente una serie de recomendaciones para hacer su día a día más práctico. De ese modo, el organismo aconseja una iluminación adecuada y pruebas periódicas de la vista para afrontar los cambios en la capacidad visual o reducir el nivel de ruido en el lugar de trabajo para sobrellevar la pérdida de capacidad auditiva. En cuando a la disminución de las capacidades funcionales físicas, ofrece soluciones como la rotación de puestos de trabajo, el uso de  equipos auxiliares, la limitación del levantamiento de cargas pesadas o un diseño ergonómico de las herramientas. ¿El fin? Una vida laboral más larga… y más saludable.