«Estamos orgullosos de haber iniciado esta aventura de reconocer méritos ajenos, algo que en España es bastante difícil». Antonio Garrigues Walker, presidente de Garrigues Abogados y Asesores Tributarios, abría el pasado lunes la entrega del ‘X Premio Jóvenes Juristas’ subrayando la relevancia de este galardón, que durante la última década ha servido de puente entre la teoría y la práctica, entre los más veteranos y las jóvenes promesas del sector. Pero este año no es como los anteriores; la nueva generación de juristas se enfrenta a una crisis sin precedentes de valores, de razonamiento, de lógica… que sólo conseguirá salvar, como advertía el ministro de Justicia Francisco Caamaño en su lección magistral, «ejerciendo la responsabilidad pública que la diferencia del resto de profesionales». El titular de Justicia habló a los finalistas y ganadores del galardón sobre la necesidad de mirar hacia un futuro en el que «cambie la cultura jurídica con otras formas de resolver conflictos», pero valorando un pasado «donde el estudio de la elaboración de normas nos ayude a comprender el lenguaje universal de los principios».

Claras así las referencias a los retos que suponen las leyes de Mediación y Arbitraje y Enjuiciamiento Criminal, y a las nuevas medidas previas al Pacto Social por la Justicia —entre otras, la desaparición del papel en los juzgados y la pendencia cero—, los organizadores del ‘X Premio Jóvenes Juristas’ devolvieron esa perspectiva a la de un presente que, pese a las dificultades, se descubre prometedor en las carreras de los concurrentes al galardón. «La participación es mayor cada año y eso consolida y hace brillar a sus finalistas», comentaba Ángel Bizcarrondo, director del Centro de Estudios Garrigues, al que siguieron, haciendo referencia a la calidad de los aspirantes, José A. Gómez-Montoro, rector de la Universidad de Navarra —»son  un  estímulo porque establecen un estándar de rigor y excelencia»—, y Javier Moscoso, presidente de la editorial Thomson Reuters Aranzadi —»para ser buenos especialistas  antes se están preparando como excelentes generalistas»—.

En concreto, este año se presentaron al galardón 9 candidatos en la modalidad de profesionales y 25 en la de estudiantes de último curso, representantes estos últimos de universidades de casi todas las regiones del país. Su periplo —la defensa de un caso de forma escrita en primera fase eliminatoria y después oral— fue, en palabras de Albert Fauria, tercer finalista de la categoría más júnior, del todo enriquecedor: «Más que difícil lo encontré real; tenías que manejarte con ingenio porque, en la vida, no se ve exactamente lo que te hacen mirar  en clase». «Pero para ello necesitas las herramientas que te dan durante la carrera y, sobre todo, tener la capacidad resolutiva y la habilidad necesarias para relacionar conflictos», añadía la segunda finalista, Rebeca Herrero.

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La verdadera prueba vendrá después, como afirmaba tras recibir su premio Fernando Giménez-Alvear: «Nada te puede abrir más las puertas que tú mismo, con tu esfuerzo». Para el más joven de los seleccionados en la categoría de profesionales —25 años y que recientemente se ha incorporado a Clifford Chance, hay diferencias radicales entre una y otra generación de juristas —»nos hemos formado en un concepto distinto y hemos salido al mercado laboral en un contexto muy diferente»— y piensa que el mayor reto de la nueva hornada es «hacer que vuelvan a imperar los valores que se han perdido en esta crisis». Una crisis, que también es sinónimo de oportunidad ya que, como bien afirma Carmen Alfonso Rico, compañera de Giménez-Alvear en ICADE y ganadora en la categoría de estudiantes, es un camino que se abre para los nuevos juristas , ya que, «no somos la generación perdida, sino la más formada y estamos llamados a liderar el cambio que estamos viviendo».