Luis Cayo Pérez Bueno, presidente del CERMI.

En España, hay cuatro millones de personas con discapacidad, un 9% de la población total. Se trata de una minoría, sí, pero muy cualificada, con la que tienen una relación directa una cuarta parte de los habitantes del país. Pero más allá de los fríos datos estadísticos, ¿cuáles son las condiciones de vida y de ciudadanía de este grupo social en relación, por ejemplo, con el empleo?  La verdad es que después de más de treinta y cinco años de vida democrática, la situación no es demasiado halagüeña.

Para las personas con discapacidad, la importancia del acceso al mercado de trabajo se multiplica en relación con el resto de la población, pues empleo es una vía ineludible de participación e inclusión comunitarias. Sin una  ocupación es casi imposible llevar una vida autónoma, independiente y decidir por uno mismo. Sin trabajo, la exclusión social se hace sistemática y estructural. El empleo es un bien escaso y precioso para la discapacidad; en tiempos de expansión económica, y también en tiempos de aguda crisis como estos. Los datos son elocuentes; tres de cada cuatro personas con discapacidad entre los 16 y 65 años están inactivas o en el paro.

Más que el desempleo –con ser importante este problema, ya que es muy  superior al general– el gran obstáculo de estas personas es la inactividad, la no participación en el empleo a pesar de estar en edad laboral. Después de más de tres décadas de legislación y políticas de empleo para personas con discapacidad, la cuestión de su inserción laboral sigue pendiente. Es el momento de proponerse objetivos a la altura del problema. Nada es hoy en nuestra sociedad como era hace treinta años. No nos sirve ya el modelo de integración laboral vigente en España para personas con discapacidad.

Una ambición colectiva ha de impulsarnos –al Gobierno, al Parlamento, a los agentes sociales, a la sociedad civil– a configurar, con carácter inmediato, un nuevo modelo legal de inclusión de la discapacidad que promueva realmente la activación de estas personas.

Las personas con discapacidad aportan a la sociedad y a la vida en comunidad. Su inclusión genera espirales de cambio social positivo en todos los ámbitos y espacios a los que consiguen acceder. La discapacidad es un elemento de diversidad humana que agrega valor allí donde encuentra un ámbito propicio a la apertura. Liberemos ese potencial. Ya.