Por Mario José de las Muelas, Dtor. Gral. de Terra Consultoría de Incentivos
Las cenas de Navidad son uno de los eventos más delicados del año, donde lo normal es que el trabajador invitado viva una mezcla de ilusión y temor cuando se sienta a la mesa. Mucha comida, más bebida y lugares muy selectos son las premisas principales de estas cenas. Eso sí, los comensales son los mismos que en la oficina, compañeros, jefes, directivos… Por eso, para mucha gente son un verdadero drama y una extensión de la jornada laboral donde no deben sólo ser, sino parecer, y por ello, no debemos olvidar que estas comidas son una parte más de nuestro día a día y debemos siempre representar lo mejor de nosotros mismos y evitar situaciones de compromiso, tanto con compañeros como con nuestros directivos.
Para su organización lo primero que se debe tener en cuenta es el objetivo, reunir a todos los trabajadores para celebrar las fiestas navideñas como segunda familia que son. En el caso de que se delegue está función es más importante aún tener muy claro qué se pretende, las edades de los asistentes y su antigüedad en la empresa. También ayuda el comunicar qué otras acciones se han hecho y sobretodo el presupuesto con el que cuentan.
Las comidas de Navidad son un buen momento para que la motivación entre en juego y más en un año como el que hemos vivido, aunque no debe considerarse como un incentivo. El éxito del evento radica en que crear un buen ambiente y se puede saber si ha sido un triunfo ó no a través del boca a boca porque son los propios empleados quienes al final comunican a los jefes si les ha gustado. El grado de implicación del personal con la empresa, su compromiso ó la motivación es un dato que puede sacarse desde el punto de vista de la asistencia, ya que si la mayoría faltan algo malo pasa.
Sin embargo, su celebración no suele ser negativa porque es el momento perfecto para que todos los compañeros se conozcan fuera del contexto laboral. El buen rollo y la alegría predominan en el ambiente incrementados por las fechas en las que se suelen celebrar. Eliminar y sustituir estas reuniones está muy de moda en estos tiempos, pero se ha comprobado que aquellas empresas que lo han hecho, han visto devaluada su imagen de cara al trabajador. La comida o cena de Navidad es un regalo de la empresa al empleado y no hacerla, incluso cuando la asistencia es mínima, puede ser contraproducente porque que en la mayoría de los casos los empleados la consideran ya como un derecho.
El número de empresas que se suman a esta tradición aumenta considerablemente año tras año, incluso en éste en el que la crisis ha sido un factor determinante en la economía. Sin embargo, en lo que se refiere al presupuesto, en el mejor de los casos se ha mantenido.
Ya. Muy bonito desde el punto de vista de la empresa, Pero,,¿y cuándo el empleado se lo tiene que pagar de su bolsillo y es obligatorio su asisntecia?