«Os habéis metido en un pequeño lío…» Con esta advertencia, simpática a la par que realista, suele dar la bienvenida Simón Reyes Martínez Córdova a los ejecutivos que comienzan un máster en ESIC, la escuela de negocios que dirige desde hace más de dos décadas. Toda su vida la ha dedicado al mundo de la docencia y sabe de sobra que enfrentarse a un nuevo curso no es precisamente sencillo, mucho más si, como una parte importante del alumnado de las escuelas de negocios, ya se han cumplido los treinta.

El año pasado, Carmen Fernández Castresana decidió meterse voluntariamente en este «pequeño lío». Con 36 años, un hijo de dos y todas las responsabilidades que conlleva ser responsable de Logística y Planning de nuevos lanzamientos dentro del grupo PSA Peugeot Citröen, pasó todo 2009 acudiendo a clase los viernes, de cuatro a diez, y los sábados, de nueve a tres. El culpable, un Executive MBA en IE Business School. «Yo ya contaba con la experiencia previa de mi marido, que había hecho un máster el año anterior, pero la Comunidad de Madrid me concedió una beca para hacer este programa y no podía perder la oportunidad», recuerda esta ingeniera industrial, que reconoce que «aunque suene a tópico, ha sido un año muy duro, muy intenso». Su caso no es aislado. De hecho, el compañero más joven de Carmen tenía 30 años. Según estima Héctor Martínez, secretario general de la Asociación Española de Escuelas de Negocios (AEEN), entre el 80 y el 85% de los alumnos de estos centros tiene entre 25 y 35 años.

La principal dificultad con la que lidian este tipo de estudiantes es el tiempo. Las 24 horas de un día se quedan cortas cuando hay que trabajar, ir a clase, mantener, y cuidar, las relaciones con familia y amigos y, además, estudiar prácticamente a diario. «Aparte de las horas lectivas, hay que preparar notas técnicas, reunirte con tu grupo… Pero no hay que preocuparse, el hábito de estudio se desentumece rápido», recuerda la ex alumna del IE, que estudiaba entresemana de 20.30 hasta medianoche, aproximadamente: «Recogía a mi hijo todas las tardes, estaba con él y después llegaba mi momento». Por su parte, el secretario general de AEEN, que hizo un Programa de Desarrollo Directivo en IESE —»teníamos unos siete casos semanales y cada uno te lleva dos o tres horas», prefería dedicar a este menester los fines de semana completos.

Lo importante, en cualquier caso, es programarse. Bernabé Tierno, psicólogo y pedagogo, recomienda definir perfectamente el tiempo que se va a dedicar —la primera hora de la mañana, antes de acostarse…— y autoimponerse una sanción si no se cumplen los planes. «La constancia y ser implacable con uno mismo son determinantes», advierte el experto, autor de exitosos manuales sobre técnicas de estudio y del libro ‘Poderosa mente’ (Ed. Temas de hoy).

En esta planificación de tiempos, el trabajo diario ocupa un lugar primordial. Héctor Martínez subraya la importancia de pactar con la empresa en qué condiciones se hará el máster. «Quieras o no , te quita tiempo, y, al final, repercute en el trabajo». Por este motivo, Martínez recomienda aprender a delegar. «Entonces te das cuenta de que no eres tan imprescindible, que todo funciona incluso mejor que antes». Con la familia no es tan sencillo… Ella —sobre todo, el tiempo que se le dedica—, será el primer sacrificio que tienen que asumir durante ese año. El alumno deja, por ejemplo, de preparar la cena, de hacer esa escapada durante el puente… Por este motivo, Martínez insiste en que el compromiso y la comprensión tanto de la pareja como de los hijos si se tienen —»verlo como una apuesta de todos»— es fundamental.

Junto con la mencionada organización, el compromiso y la madurez a la hora de tomar la decisión son los ingredientes básicos para superar el año con éxito. Algo que consigue, según calcula Simón Reyes, más del 95% del alumnado adulto. «Los abandonos no son frecuentes en estas edades, a no ser que se cambie de trabajo o de ciudad», explica el director general de ESIC. Pese a todo, el primer día de presentación, el mismo en que advierte a la nueva promoción que serán unos meses duros, confía a su auditorio el lema que esconde el verdadero secreto del éxito: «Este año no habéis venido a competir, habéis venido a compartir».