La Fundación Seeliger y Conde ha creado el Protocolo de Integración Laboral del Discapacitado con la pretensión de convertirse en la consultora de referencia en este ámbito para el mundo empresarial. La iniciativa nació cuando observó el poco peso que la discapacidad tiene en la política de mercado de las empresas.

«El 10% de la población del país presenta algún tipo de discapacidad, y una de cada tres familias tiene a alguien muy cercano que es discapacitado. Esto significa que un 30% del mercado es potencialmente sensible a las políticas de la empresa de integración», por lo que a Ramón Giro, director de la  Fundación, le resulta sorprendente las pocas empresas que se hacen este planteamiento. «Se debe aprender a gestionar este tema, no sólo para ganar mercado, sino para no perder talento de su masa laboral. Hasta ahora, se han venido solucionando los problemas según surgían, normalmente pasándole la responsabilidad al responsable de Recursos Humanos, poco capacitado para esta tarea a veces», explica.

Con el objetivo de salvar esta laguna, han creado este protocolo, pionero en  Europa, que consigue la plena adaptación del trabajador y, también, obtener la máxima productividad del individuo por parte de las compañías. En un labor de asesoramiento a empresas, en Seeliger y Conde se han encontrado con una visión estereotipada sobre el discapacitado. «Lo primero que te preguntan es por las discapacidades que pueden aceptar; nosotros les decimos que hablemos de perfiles de empresas y buscaremos personas que se ajusten a ese perfil. Además, los desembolsos económicos, sobre este punto, nunca representan un coste y, en todo caso, es una inversión que traerá beneficios de todo tipo», afirma Giro.

Otro estereotipo es la baja productividad y las bajas laborales del discapacitado, cuando «por lo general, el trabajador discapacitado es más productivo que la media. Es más, hemos comprobado que, si se contrata un discapacitado, luego se suele contratar a más».

Según Julián Palomo Yuste, responsable de formación y empleo de COCEMFE (Confederación Coordinadora Estatal de Minusválidos Físicos de España), «se suele asociar discapacidad a silla de ruedas y poca formación, aunque esto ha cambiado bastante. Ya no se contrata tanto por la bonificación, que no es mucha, sino por que el trabajador está capacitado». En este sentido, en COCEMFE se han encontrado con la paradoja de que la sociedad ha formado al trabajador, pero no a la empresa. Por ello, han creado una oficina de asesoramiento a empresas. «El empresario necesita una productividad del trabajador y nosotros tenemos que demostrar que podemos trabajar en igualad de condiciones, no por filantropía», señala Palomo.

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