En la lista de consejos para combatir el miedo escénico que Mercedes Alegre reparte a sus alumnos nunca falta uno que alerta contra los bostezos o las consultas al reloj del auditorio. Pero al tiempo que propone una reacción rápida para recuperar la atención del que escucha, lanza un mensaje tranquilizador: «No penséis nunca que se aburren. Puede ser que hayan pasado la noche en Urgencias o que padezcan de alergia y tomen antihistamínicos». Mercedes Alegre es fundadora, junto a Sylvia Carrasco, de la consultora Másclaro, que recurre a la dramatización de textos clásicos —a veces con vestuario de época incluido— para mejorar la oratoria de los ejecutivos. «Cuando uno hace suyo un texto de Shakespeare o Calderón, deja de ser uno mismo y abandona esos malos hábitos que han creado un caparazón sobre su personalidad», afirma Alegre, coautora de ‘El poder de ser más claro’ (Editorial Netbiblo), un sencillo manual que adopta la forma de libreto teatral para ilustrar, a través de casos prácticos, la importancia de la comunicación en la empresa. Y éste no es el único libro que trasvasa las enseñanzas del escenario al ámbito de los negocios. La actriz francesa Pascale Bang-Rouhet, directora de la consultora de formación ExpresArte, es autora de ‘¿Qué nos jugamos cuando hablamos en público?’ (Editorial Alienta).

En general, los cursos de comunicación basados en la pedagogía teatral trabajan la voz, la palabra y el cuerpo para que el alumno empiece a tomar consciencia de la forma —y no se quede sólo en el contenido— en las intervenciones públicas. En este sentido, la consultora Másclaro graba las prácticas de sus alumnos para que ellos se convenzan de sus fallos. Mercedes Alegre, sin embargo, admite que el miedo escénico, en su justa medida, no es malo, «porque produce una adrenalina que te ayuda a expresarte con más entusiasmo».