«El pesimismo ya nos precedía en época de bonanza. No creo que sea la causa de la crisis, pero sí es un lastre, porque en la medida en que somos pesimistas nos convertimos en víctimas de la situación y no actuamos para resolver los problemas». Así lo asegura BelénVarela, autora del libro ‘La rebelión de las moscas’, un título donde esta abogada y especialista en dirección de personas reflexiona sobre las claves de una organización optimista.

Las empresas tienen personalidad propia y, ante la crisis, se comportan de una u otra manera. Algunas «se están dejando llevar por las noticias, preven que les vaya mal, provocan incertidumbre» y, a partir de ahí, «intentan no perder el control del barco», explica Varela. Pero otras «están preparándose,  intentando descubrir cuál es el  diferencial que les va a hacer mantenerse en el  mercado».

El papel del directivo

En este panorama –dice Varela– los líderes de la organización tienen un papel fundamental en la creación del espíritu empresarial: «La cúpula directiva genera las normas, las pautas organizativas, la visión de la organización, construye las expectativas, de tal manera que tiene muchísimo peso en el optimismo o pesimismo de la organización».

Los líderes tienen, pues, que tener en su bagaje personal una serie de habilidades que permitan sacar de la plantilla lo mejor de sí mismos. Según explica Carme Castro, coach y socia de Kainova–empresa especializada en la gestión y desarrollo de personas– «estas competencias de liderazgo se pueden desarrollar a través procesos basados en la metodología del coaching diseñados en función de la situación actual».¿De qué competencias hablamos? Por ejemplo, de la inteligencia emocional, la capacidad de comunicación y negociación, la creatividad en el desarrollo de las tareas, la innovación asumiendo el riesgo que ello implica…

Belén Varela, que además de escritora es vicepresidente de AEDIPE (Asociación Española de Dirección y Desarrollo de Personas) en Galicia incide en la importancia del lenguaje para motivar a los empleados. «En una misma organización, dos directivos con plantillas diferentes, cada una de ellas siente cosas diferentes. En mi caso, había un directivo que transmitía unos mensajes tan pesimistas que él mismo no confiaba en su capacidad de superarse. Lo que hicimos fue trabajar sobre su lenguaje y sobre la imagen que daba a la organización a la hora de dirigirla», cuenta. Y es que la comunicación y la cercanía con el individuo son fundamentales a la hora de transmitir optimismo a la plantilla, dice la experta. «Son las herramientas con las que el líder transmite expectativas, con las que ayuda a las personas a entender el valor que están aportando a la organización y regarlo y hacer que crezca.También es la herramienta con la que entiende si la persona está alineada en intereses con la organización. En ese tú a tú te das cuenta de si la persona cree o no en lo que está haciendo. Si no lo cree, difícilmente se va a implicar», concluye Varela.