La de cal, se perdieron casi 5.000 empleos; la de arena, sobrevivieron 58.000 los empresarios (apenas se ha quedado por el camino un 1%) y llegaron a facturar 26.010 millones de a finales de 2008, cerca de un 5% más que en el año anterior. Para el sector de la franquicia esta sorpresa no es nueva porque, si bien es cierto que el número de establecimientos descendió, la cifra de enseñas mantuvo su crecimiento hasta finales hasta alcanzar 875. Dicho esto ¿alguien no está pensando seriamente en hacerse franquiciado o franquiciar?

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«Hoy por hoy, la franquicia no es tanto una fórmula de empleo como de ayuda al emprendimiento», comenta Xavier Vallhonrat, presidente de la Asociación Española de Franquiciadores (AEF), para quien cualquier reserva con la que se pueda pronunciar tal afirmación no está tan relacionada con la crisis como con la dificultad para conseguir la financiación: «Las ayudas están fallando de una manera clamorosa; para los franquiciados, a los que niega el acceso a la marca, y para los franquiciadores, que están viendo frenada su expansión». Por esta razón, en la AEF están convencidos de que, siempre que ésta exista y si se hace caso a una demanda, que «incluso está superando las previsiones», la franquicia puede ser «la mejor aliada del emprendedor sin experiencia». Vallhonrat pone nombre y apellidos a los sectores que siguen creciendo: servicios asistenciales, estética y belleza, ‘fitness’ y energías renovables. «Pese a la crisis la sociedad sigue pidiendo soluciones, algunas con más fuerza que antes», explica.

Pero no todo es supervivencia, la franquicia, hoy, también es oportunidad. Desde Tormo y Asociados, su director general, Eduardo Tormo, insiste en una frase que viene del otro lado del Atlántico: «En los buenos tiempos, la franquicia va bien; en los malos, mejor», y, aunque en el caso español puede que este lema deba incorporar matices, su visión del sector sigue siendo positiva. «Es un buen nicho para personas de mediana edad con experiencia en riesgos y espíritu comercial, que se han quedado desempleadas». En algunos ámbitos, sobre todo en inmobiliaria y servicios financieros».Y lo que para muchos es una debacle, para el autor del bestseller «Go! Franquicia» es una buena señal: «Ahora es el momento de depurar, deaprovechar que los niveles de acceso son más ventajosos que antes; los costes, menos elevados, y que hay más facilidad que antes para acceder a ubicaciones», esgrime.

Contras

Pero no todo va a ser bueno. El presidente de Tormo y asociados retoma la polémica de la financiación —»el franquiciador ahora debe invertir entre el 50% o el 60% de su bolsillo en el proyecto»— y le añade el peligro que supone la pérdida de la iniciativa y la motivación de unos y otros: «Hay que ser más creativo y arriesgar. Ahora es cuanto mayor entendimiento se necesita; ni el franquicador se puede despreocupar, ni el franquiciado apartar de la evolución del negocio».

Ese es precisamente uno de los fallos que más se están dejando notar, al menos durante los últimos meses: la falta de iniciativa. Los consultores especializados en el sector, si bien reconocen un movimiento importante en determinadas enseñas, en otras, casi predicen su defunción. «En España tenemos miedo al fracaso, no nos atrevemos a asumir riesgos y vamos a lo seguro», comenta Santiago Barbadillo, director general de Barbadillo y Asociados. Para él, como para muchos de sus colegas, al sector de la franquicia le falta todavía esa madurez que tienen los de nuestros vecinos europeos; «Nuestros referentes son Francia y Reino Unido —especifica Barbadillo—. Tienen más tradición y sus cadenas tienen más experiencia». Uno de los motivos de esta afirmación es la internacionalización de sus sistemas, cuyo índice, en el caso de España, sigue siendo muy bajo. La razón, para el director general de Barbadillo y Asociados, es sencilla: el miedo a la competencia y el desconocimiento de idiomas. «Hay empresas en España con clara vocación internacional pero, aún así, preferimos Latinoamérica, porque creemos que es más sencillo en todos los sentidos, cuando en realidad, nuestro objetivo debería ser el Viejo Continente», concluye.