Solo el 28% del millón y medio de discapacitados en edad de trabajar tiene un empleo remunerado, según el «Informe Olivenza 2010» elaborado por el  Observatorio de la Discapacidad. Una de las principales causas de esa situación es el bajo nivel educativo de este grupo, pues solo el 16% ha cursado Bachillerato y el 5,4% tienen un título universitario. Para solucionar este problema se están desarrollando distintas iniciativas que fomentan la formación para el empleo de los discapacitados.

Desde la FEAFES –Confederación Española que agrupa a las federaciones y asociaciones de personas con enfermedad mental– se ha organizado por séptimo año, en colaboración con la Fundación ONCE, un programa de formación para facilitar la incorporación de estos enfermos al mercado de trabajo, que en este caso se reduce al 15%. A  través del «Programa por Talento», cofinanciado por el Fondo Social Europeo, se han realizado durante el último año 48 acciones en las que han participado 500 personas.

«La formación es una prioridad estratégica para conseguir la integración de los enfermos mentales porque el trabajo, además de ser un derecho, es una fuente de independencia económica y de calidad de vida», explica María Jesús San Pío, responsable del área de programas de FEAFES. La oferta formativa desarrollada a través de la Confederación es una combinación de talleres de habilidades sociolaborales y cursos orientados  a ocupaciones concretas. «Los talleres sirven como impulso para la búsqueda de empleo porque enseñan desde redactar el currículum a preparar una entrevista de trabajo, aunque los cursos son más efectivos porque se plantean vinculados a nichos de empleo. Por ejemplo, si un ayuntamiento va a sacar plazas de jardinero se organiza un curso de jardinería», matiza San Pío.

El balance del último año puede calificarse de éxito porque 67 personas –53  hombres y 14 mujeres– consiguieron un trabajo después de realizar alguno de los cursos. El gran problema de este tipo de enfermedades surge al inicio de la edad adulta, ya que supone la interrupción de los estudios. Según María Jesús San Pío esto trae consigo «un retraso en la integración laboral y una mayor discriminación».

Según el estudio «Estigma social y enfermedad mental», de la Universidad Complutense de Madrid y Obra Social Caja Madrid, un 44% de estos enfermos han reconocido haber sufrido discriminación laboral.

Empresas sensibles

«La formación es básica para conseguir la integración pero no solo de los discapacitados, también de las empresas, para que pierdan el miedo y sepan cómo gestionar la diversidad, porque siempre se plantean los peores escenarios a la hora de integrar a los discapacitados en las empresas y es necesario romper esa barrera», explica Ramón Giró, director de la  Fundación Seeliger y Conde.

Esta institución ha desarrollado un modelo para integrar la diversidad en la gestión corporativa de la empresa, porque, como apunta Giró, «no se trata solo de cumplir el porcentaje de integración sino de cambiar la mentalidad de los empresarios». Para conseguirlo se empieza por realizar una auditoría de la empresa analizando el grado de cumplimiento de la Ley de Accesibilidad y, a partir de ahí, se analiza cada departamento. «El objetivo es trabajar de forma transversal la integración de la diversidad en las empresas».

Además, desde Seeliger y Conde se trabaja también en la formación porque «en la situación actual, las empresas nos piden perfiles con más formación. Por ese motivo estamos haciendo un programa para incentivar a los alumnos de la ESO para que continúen estudiando, porque hay un bajo porcentaje de discapacitados que continúan su formación después de la educación obligatoria», comenta Giró. Este abandono de los estudios puede estar motivado porque, como señala Francesc Saldaña, director de DisCert en España, «la oferta formativa actual no está totalmente adaptada para que pueda ser accesible a las personas con discapacidad, aunque se está avanzando en esta materia».

En opinión de Saldaña, sin embargo, la principal limitación para la integración laboral de los discapacitados es la falta de adaptación del puesto de trabajo y la organización a las condiciones particulares de las personas con discapacidad. «La clave del éxito para conseguir una integración laboral efectiva de las personas con discapacidad es el acompañamiento personalizado y la gestión activa de la integración», puntualiza Saldaña.