Las cosas suceden, de una manera u otra.

Todo forma parte de un movimiento continuo del que formamos parte.

He sido protagonista de una semana llena de cambios.

De contradicciones.

De muchas cosas que posiblemente puedan generar cambios a mejor.

Proyectos.

Sin embargo, ha tenido un coste algo elevado.

Mi habitual conexión con el mundo virtual. Mi constante comunicación con mis redes sociales y con mis quehaceres cotidianos se ha visto algo afectado.

Me duele más por la falta de continuidad que normalmente realizo de la mayoría de los portales de empleo.

Ha sido como quedarme huérfano de repente, y despertarme perdido y sólo.

Sin saber muy bien qué hacer.

Por dónde empezar.

Constancia y perseverancia: claves

Esta reflexión la realizo un poco al aire.

La verdad es que desde el pasado viernes he estado con las ideas muy desordenadas.

Tratando de encontrar mi sitio de nuevo.

Intentando reubicarme.

Asiendo las riendas de mi vida.

Poniendo orden en el caos que se ha ceñido sobre mí de forma insólita.

Durante este tiempo, a lo largo de esta semana que ha pasado, y en gran parte por las circunstancias, me he visto en la obligación de centrarme en otras cosas menos mundanas y tan importantes como la escucha atenta de dos posibles propuestas de proyectos a corto o medio plazo.

Y desde mi vuelta el pasado jueves, he tenido tiempo para la reflexión, el pensamiento tranquilo y el análisis de todo lo que tan deprisa ha sucedido.

He de estar contento porque al menos uno de los dos proyectos sigue hacia adelante.

Quedan por perfilar determinados detalles, que seguramente a lo largo de los próximos días van a ver la luz.

Sin embargo, lo inquietante, lo que me ha tenido desvelado, ha sido esa sensación de desasosiego al estar tanto tiempo en desconexión con mi mundo virtual.

Entendámonos.

Cuando una persona se encuentra en paro (como es mi caso), y no desarrolla una actividad laboral continuada ni diaria, entiendo que su prioridad es encontrar los medios y la forma de hacerse notar.

Soy de los que piensa que no hay nada mejor como ponerse manos a la obra y buscar.

Canalizar, filtrar y buscar en todas las fuentes de información disponibles, cualesquiera ofertas de empleo puedan interesarme.

A ver.

Las ofertas de empleo (cuando se buscan y se encuentran) hay que saber mirarlas, leerlas y (FUNDAMENTAL) interpretarlas.

Seguramente al llegar a esta línea habréis flipado un poco.

¿Cómo es posible interpretar una oferta de empleo?, diréis.

Si lo que pone es lo que hay, lo que buscan y lo que quieren. Aseverareis.

Bueno. De alguna manera sí que tenéis razón.

Aunque, bien mirado, cada oferta de empleo nos da pistas, nos sugiere perfiles, y nos puede orientar a focalizar intereses.

Os explico.

Antes hablaba de que mi quehacer diario se basa en una búsqueda constante de #empleo a través de cualquier medio.

Diariamente.

Exageradamente. Quizás.

Quiero decir que realizo barridos de casi todas las webs de empleo, empresas, ofertas que encuentro a través de las redes sociales (de todas las que conozco), además de escribir inteligentemente en ellas para que se fijen en mí, me sigan y aumente mi caché redsocial.

Cuando estás acostumbrado a hacer esto todos los días, y llega uno de ellos que dejas de hacerlo con el mismo empuje y fuerza, te sientes un poco como perdido y fuera de contexto.

La razón es simple.

Más allá de estar haciendo algo que te mantiene ocupado, sin darte cuenta estás estudiando el mercado de las ofertas.

Tú mismo eres analista en un entorno que, por las circunstancias, se está convirtiendo en tu puesto de trabajo diario.

Aunque nada remunerado.

Cribas información.

Descartas posible basura.

Te emocionas cuando descubres una oferta que se corresponde al ciento por ciento con tu perfil profesional.

Segregas adrenalina.

Te vuelves eufórico.

Estado que dura hasta que rellenas la carta de presentación online y pulsas aceptar y caes en la cuenta de que vuelves a ser un número más, no una persona, ni un candidato.

Un número en una lotería por el empleo.

Eres el candidato mil quinientos ochenta y siete para un puesto de responsable de comunicación en noséqué empresa de Madrid.

En ese momento, lo primero que sucede es que piensas si de verdad hay tantos periodistas en paro.

Lo segundo, que no va a ser un proceso fácil, y habiéndote apuntado tan tarde seguramente ni contemplarán tu perfil.

Lo tercero, es esa sensación de desesperanza, imagino que parecida a la que pueda experimentar algún drogodependiente cuando tiene el mono.

Necesitamos la euforia para hacer frente al día a día.

Expertos en Análisis de #empleo

Hablaba anteriormente de que cuando buscamos trabajo a través de las redes sociales nos vamos haciendo especialistas en ello.

Si lo pensáis, es cierto a todas luces.

Todos quienes husmeamos en los portales de empleo hacemos siempre lo mismo:

1. Buscamos.
2. Seleccionamos.
3. Estudiamos.
4. Analizamos.
5. Valoramos.

Y en cada ocasión, solemos ser más selectivos, y con el tiempo, analíticos.

Veréis.

1. Buscamos las ofertas de #empleo que más se adecuen a nuestros intereses. Pero sabedores que no somos los únicos que estamos en esta situación.

2. Seleccionamos de entre todas las ofertas similares que encontramos, aquellas en las que tengamos más posibilidades.

En cierto modo, y parafraseando a Darwin, hacemos una selección natural de nuestras capacitaciones, y con el resultado, vamos seleccionando lo que más se pueda adaptar a nosotros.

Cierto que la mayoría de las veces nos apuntamos sin ton ni son a lo primero que venga. Sobre todo si nos da igual trabajar en lo que sea.

Aunque cuando hacemos esto, seguramente tendremos mayores problemas para ser seleccionados por el hecho de no conseguir destacar entre todos los demás.

Son las ofertas generalistas, donde da igual ocho que ochenta, y donde nos apuntamos por el ver qué pasa. Y seguramente de ser seleccionados y trabajar, aguantaremos lo que tardemos en encontrar otra cosa.

Yo me refiero a ese puesto de trabajo que va acorde con nuestros estudios, formación, e intereses profesionales.

¿Vale?

3. Estudiamos la oferta en profundidad. Deberíamos siempre visitar la web de la empresa. O leer algo sobre ella, si no la conocemos. Porque ello nos da pistas de cómo orientar nuestra carta de presentación, de hacia dónde focalizar nuestro objetivo.

4. Así que de alguna manera analizamos el puesto de trabajo a conciencia. Lo habitual es no coincidir en el tratamiento de una oferta con otra. Son puestos similares, NO IGUALES. Nunca hay dos trabajos idénticos, y por lo tanto, tampoco los desempeños en las funciones laborales.

Esto va a depender de lo extensas que sean las descripciones de las empresas, y de las ofertas de trabajo. Que de serlo, nos van a obligar a ampliar nuestras expectativas y nuestras ganas por agradar a quien nos lea. Seremos más vivaces, más directos, más concienzudos a la hora de destacar lo buenos que somos en lo que somos buenos.

5. También hacemos introspección de cada oferta de empleo. No nos damos cuenta a veces, pero valoramos cada oferta de una manera diferente. A veces parece que tengamos la certeza de que las habrá posibilidades de ser seleccionados. Yo hasta suelo hacer trampas, si es que me inscribo a un puesto a través de un portal de empleo.

Me salto los filtros, y busco una forma de contacto alternativa a quien enviarle una carta más personal y un currículo menos elaborado (o más), para poder tener otra opción.

Sobre esto, hace algún tiempo escribía en mi blog que cuando se emplean los portales de empleo por parte de las empresas, suele ser porque los responsables de recursos humanos de esas empresas encuentran en ellos una herramienta sin igual para el seguimiento de los candidatos.

Les permite filtrar, buscar, establecer pautas, o eliminar candidatos. Y los procesos de selección se acortan en plazos y en medios.

Así que siempre te remiten a que te des de alta en la oferta de empleo del portal donde la viste.

Buscar #empleo nos hace más analíticos y más críticos.

No creo que nos demos cuenta de ello. Pero es cierto.

Y lo es tanto, que creo que las empresas también debieran de saber mirar y valorar este aspecto.

Creo que, cuando una persona busca proactivamente un puesto de trabajo, está realizando una labor muy dura y tediosa.

Está ocupando su tiempo, lo está invirtiendo en su futuro.

Apuesta por él y para ello analiza, pone en perspectiva y escruta cada ápice de cada puesto de trabajo en aras de encontrar lo que mejor se adapte.

No nos damos cuenta.

Y lo peor es que, cuando recibimos la llamada fantástica de la empresa para que pasemos a realizar la primera entrevista, bajamos el nivel de alerta. Nos relajamos, y en muchas ocasiones le restamos la importancia que se merece.

Pero de eso hablaremos, ¿el jueves?

Nos leemos.

Un saludo.

@AntonioVChanal
Coacher y Asesor