Montse Maresch, directora general adjunta de IKEA España

  • Antes de cumplir los 25 creó su propia firma de consultoría de Marketing. Con el tiempo, Aviaco, Iberia y Cortefiel la vieron crecer como directiva
  • Trabajó tres años como responsable de tienda en Filadelfia, antes de ascender a su actual puesto

Los padres de Montse Maresch querían para su hija una formación abierta e internacional. «Toda la familia fuimos al Liceo Francés. Éramos bilingües [catalán y castellano] y enseguida tuvimos un tercer idioma. Al final, todos tenemos unas raíces muy fuertes en Barcelona, en Cataluña, pero también una visión del mundo mucho más amplia: mi hermana está casada con un suizo y vive en Suiza, yo estoy casada con un sueco, trabajo en una multinacional y he vivido en Estados Unidos…»

La suya fue una vocación casual: «Empecé la carrera porque la mayoría de mis amigos estudió Económicas, y ESADE, que es donde estudié, estaba al otro lado de la calle»». La prestigiosa escuela de negocios catalana tiene en ella a una gran aliada. «Allí disfruté muchísimo y hoy participo activamente en la Junta de Antiguos Alumnos».

Durante la carrera, Maresch no perdió el tiempo. «Trabajé en proyectos diferentes. Después, un grupo de personas creamos una consultoría de marketing. Yo gasté todo el dinero que tenía ahorrado en aquel proyecto». Al frente estaba Josep Chías, «una persona fantástica, director del departamento de Marketing de ESADE». Entre los clientes de aquella joven de 23 años figuraban Meliá, Hospitales de Barcelona, las Olimpiadas de 1992 o los ferrocarriles de la Generalitat. «Habría pagado por esos cinco años. Desde el principio me acostumbré a trabajar con gente inteligente, joven, dinámica y con mucha autonomía».

DE SOCIA A TRABAJADORA 

Su etapa como socia finaliza con la propuesta de un cliente. «Aviaco me ofreció venir a Madrid para ser su responsable de Marketing». Aquella decisión fue difícil -«a los que estamos acostumbrados al mar nos cuesta mucho perderlo»-, pero se lanzó al reto. «Después pasé al Grupo Iberia como directora de Marketing para España y Europa». Tenía 30 años y su meteórica carrera no había hecho más que empezar. «Iberia es una compañía fantástica y cuanto más se conoce, mejor. Tuvimos que afrontar el inicio de la competencia en el sector aéreo: la llegada de Air Europa, Spanair… ¡Me lo pasé…!»

«Después hubo elecciones, cambios políticos, y pasé al Grupo Cortefiel como directora de Marketing Estratégico. Tenía que decidir lo que significaba cada marca: quién es la mujer Cortefiel, quién la mujer Springfield…»

REVOLUCIÓN IKEA 

Dos años después, un día de 1997 en el que Montse Maresch se había quedado sola en su despacho, recibe una llamada que cambia su vida. «Una voz me dijo: «Estamos buscando a alguien para trabajar en retail». «No, gracias. Estoy muy bien». Su interlocutor insistió e insistió. «¿Me podría decir una compañía para la que sí trabajaría?». Y yo pensando: «¡Este pesado!… ¡Ikea!». Los suecos habían desembarcado en Badalona un año antes, pero apenas eran conocidos. Ella, en alguna visita a su hermana en Suiza ya había comprado piezas de la firma. «Me salió del corazón». Al otro lado de la línea hubo un silencio. «Es que es para Ikea». Y pensé: «¡Vaya por Dios!». La intuición, su arma no tan secreta, le decía que aquél era su proyecto: «Hay que tener muy claro qué es para ti y qué no».

Tras cinco años en el departamento de Marketing consiguiendo que media España redecorara su vida se fue a Estados Unidos, «a la central, en Filadelfia, como responsable de Desarrollo de Negocio». «Después estuve tres años como directora de tienda», requisito imprescindible de la firma para seguir ascendiendo. ¿Y cómo fue su experiencia fuera de los despachos? «Muy interesante. Yo venía de temas estratégicos conceptuales y pasar de eso a estar en la tienda, con el uniforme, al pie del cañón, con camiones, quinientas personas y dos millones de clientes… Hay que estar muy cerca de las personas, no sólo de las ideas. No sólo hay que ver de cerca la cuota de explotación: hay que hablar con una persona que acaba de tener un niño, o que su padre se ha muerto… Desde el punto de vista humano es una experiencia fantástica. La mejor».

«En medio, hace nueve años, conocí en la India a mi marido, que era el director de Marketing de Inglaterra. Mi madre siempre me decía: «Sólo puedes encontrar a alguien en el despacho. Imposible en otro sitio», recuerda entre carcajadas.

Hace dos años, Maresch regresó a España como adjunta al director general, con nuevos retos y responsabilidades: «Me gustaría aprovechar todo lo que he vivido, todo lo que sé, para poderlo transmitir». 

TRABAJO, TRABAJO Y MÁS TRABAJO 

¿Qué papel ha jugado la suerte en su carrera? Hombre, yo creo que el 90% es trabajo, pero es trabajo con mucha ilusión, con mucha involucración, rodeándome de persona muy buenas… Una de las cosas que he aprendido es que la clave es el equipo: si no tienes gente muy buena, no vas a ningún sitio. 

La suerte uno se la busca. Hay que saber elegir los proyectos en los que te metes y saber qué es para ti y qué no es para ti. Yo confío mucho en la intuición. Siempre digo que he tenido la suerte, muy trabajada, de haber encontrado a gente muy profesional que confió mucho en mí.

¿Qué le hace ilusión profesionalmente a corto plazo?

Me gustaría poder aprovechar todo lo que sé y todo lo que he vivido para poderlo transmitir. Cada vez me gusta más la formación y el desarrollo de las personas pasar mucho tiempo en las tiendas, participar en formaciones, en trainings… A mí me gusta mucho comunicar, me gusta mucho compartir las ideas, debatir… Mucho más que estar sentada en una oficina mirando papeles. Me gustan los datos, pero por lo que significan, pero mucho más el contacto con la gente.

Usted habla siempre del papel que han jugado sus jefes en su carrera Sí. Hay que elegir al jefe siempre.

¿Y qué ha buscado en ellos al elegir? Han sido personas que no hacían ninguna diferencia entre las personas, que te trataban de una manera muy justa. Muy exigentes, porque me gusta mucho que me exijan, pero también que me transmitan mucha confianza y que me reconozcan, y me recompensen los logros. Me gusta ser reconocida y recompensada por lo que consigo. 

Que el trabajo duro no pase desapercibido Exacto. A mí me gusta que me lancen un reto importante, pero que me den total libertad para llegar hasta él. Y sentirme apoyada; si me equivoco, pues me he equivocado, y lo asumo. He aprendido a hacer eso también con mi equipo. Si nos hemos equivocado, nos hemos equivocado todos y lo asumimos. Ahora, vamos a ver cómo lo hacemos la próxima vez para no repetir tres veces el mismo error; pero para eso estamos: para equivocarnos.

¿Quién es para usted gente Ikea? Nosotros reclutamos por valores. Tiene que ser gente abierta, gente curiosa, gente muy involucrada con lo que hace, gente que le guste trabajar. Hay gente que tiene a nivel ideológico otras opciones en su vida, pero los que estamos aquí compartimos nuestra visión de crear un día a día mejor para la mayoría de las personas, y a mí eso me da muchísimos ánimos y me orienta en las decisiones que tenemos que tomar: «¿Esto le importa a alguien?» No. «¿Esto sirve para algo?» «¿A nuestros clientes les aporta algo?». Bueno, pues si no le importa nada al cliente y no nos va a ayudar a ser más eficientes o a reducir costes, fuera.

ASÍ SOY: «LEO DESDE COSMOPOLITAN AL FINANCIAL TIMES»

Cuando no está trabajando, Montse Maresch quiere estar con los suyos: «Con mi marido, con mis padres, con mis hermanos…». «Admiro a mis padres cada vez más. He aprendido a valorar muchísimo a mi familia». «También me encanta estar con mi perro». Mira a la responsable de Relaciones Externas de Ikea, como disculpándose porque le ha prometido no hablar de él. «Es un maltés, que me compré cuando cumplí 40 años. Se llama Napoleón porque era tan pequeño que decidimos darle ánimos», explica riendo. También le encanta leer «de todo. Desde el Cosmopolitan, hasta revistas de coches -que me encantan-, pasando por el Financial Times o el ¡Hola! Devoro artículos. Mi marido y yo nos recortamos artículos mutuamente. Algunos están en sueco», explica entre risas, «tengo que aprender». «Soy muy poco tecnológica», explica. «Internet me aburre soberanamente». No hay respuestas aprendidas: su naturalidad desarma a cualquiera.

La directora general de Ikea sueña con 2volver a vivir al lado del mar». Sus raíces mediterráneas están a la vista. «No podría prescindir de la luz, del sol, de leer La Vanguardia cada día. Del jamón. Cuando volvía de Estados Unidos, lo primero que hacía en el aeropuerto era comerme un bocadillo de jamón serrano».