Este complejo concepto viene siendo aplicado al ámbito empresarial como un entorno natural, pues se trata de una herramienta relacionada con la competitividad y la mejora organizacional. Vinculado a la gestión y al movimiento de calidad total, el benchmarking está en continua adaptación a los cambios empresariales.

Ahora bien, ¿cómo saber si este método es útil a tu empresa? Aquí algunos tips para evaluar la capacidad de aprendizaje organizacional que puede aportar.

Origen del benchmarking

Este concepto nace en Norteamérica a finales de los setenta y está vinculado a la búsqueda de las mejores prácticas industriales. Aunque antes se habían utilizado nociones como aprender de otros, evaluar o superar-se, hay acuerdo en que es a partir del uso de Xerox cuando se sistematiza la metodología de actuación para determinar qué debe mejorarse y cómo para alcanzar la excelencia empresarial.

Las tres claves que convirtieron al benchmarking en una herramienta útil de gestión son:

  • Es más importante conocer cómo se ha llegado a un resultado (el proceso) que el resultado mismo.
  • Se puede aplicar en cualquier área de la empresa.
  • La comparación se hace frente a cualquier empresa, sea competidora directa o no.

Para transferir prácticas o procesos de una organización a otra, aunque parezca obvio, no olvides que las empresas son diferentes y operan en entornos diferentes. Algunas prácticas pueden ser inalienables de su contexto de generación.

Además, se han señalado otras debilidades de la herramienta. Por un lado, no hay un estándar universal, es decir, es técnicamente imposible establecer una medida absoluta. Y, por otro lado, el benchmarking no es solo una estrategia metodológica. Es más una cuestión de cómo son aplicadas las herramientas disponibles a situaciones particulares.

Origen del benchmarking

¿Problemas con la herramienta o con la aplicación?

El benchmarking se ha definido como la “comparación sistemática, ordenada y fiable con otras prácticas”. En el mundo empresarial no vale la sentencia “las comparaciones son odiosas”. Es más, son necesarias, y bien desarrolladas, son muy útiles.

Las técnicas del benchmarking pueden acelerar el proceso de optimización del aprendizaje siempre que se cumplan al menos estas tres reglas:

  • La comparación no funciona de manera puntual. Debe formar parte de la cultura organizacional de la empresa, es decir, ser consistente con el estilo de dirección y la estructura existente.
  • Para poder comparar tu compañía con otra es condición necesaria el autoconocimiento. La capacidad para la evaluación interna de la empresa es determinante.
  • Elegir la organización con la que te comparas también es un arte. Busca la mejor y averigua qué es lo que la hace sobresalir, cuáles son sus condiciones de excelencia.

Por último, pero no por ello menos importante, el proceso del benchmarking incluiría un plan de mejora basada en el conocimiento aprendido. Su éxito depende de factores endógenos a la empresa, relacionados con la capacidad para gestionar información de forma eficaz (aprender) y hacer un uso productivo de ella (innovar).

Si hay algo bueno que haya traído la pandemia es la demostración de que el mundo cambia muy rápido y quien no desarrolle estrategias de adaptación, no sobrevivirá. El benchmarking puede ser la herramienta adecuada si el punto de partida es la autocrítica y la capacidad para modificar rutinas.