Empresas como Google, Apple, Nestlé o Coca-Cola llevan años haciendo uso de lo que se conoce como equipos de alto rendimiento. Esta formulación de equipos tiene una premisa muy clara: la ejecución de proyectos complejos. Y es que, en muchas ocasiones, a pesar de contar con una focalización estratégica excepcional, los planes trazados no llegan a buen puerto si no se cuenta con una cultura de alto rendimiento asentada en la empresa. ¿Quieres saber cómo crear y sacar el máximo potencial de estos equipos? Entonces, ¡no pierdas detalle!
¿Qué son los equipos de alto rendimiento?
Seguro que has oído hablar de las diferencias entre los grupos y los equipos de trabajo. En los grupos, cada integrante se desempeña de forma individual y tiene un objetivo que puede o no ser compartido, por lo que su unión suele ser circunstancial y no tiene por qué adherirse a una forma de trabajo colectivo. Por otra parte, en los equipos, la unión se genera de forma meditada y cuentan con una meta y una responsabilidad compartida.
Los equipos de alto rendimiento son, en este contexto, la máxima expresión de los equipos de trabajo.
El objetivo último de los equipos de alto rendimiento es alcanzar un objetivo complejo gracias a la colaboración de los distintos agentes que lo componen. Para llevar a cabo este hito, las capacidades de cada miembro del equipo deberán poder complementarse, así como contar una una dinámica de equipo efectiva que ayude a generar una colaboración eficiente.
La productividad de equipo se verá impulsada gracias a los miembros que lo componen. De ahí que la elección de personas que encajen tanto entre sí como con el proyecto es indispensable.
Los trabajadores susceptibles de pertenecer a equipos de alto rendimiento serán aquellos que cuenten con grandes dotes de trabajo en equipo, pero que, a su vez, puedan ser independientes. Asimismo, deben ser capaces de generar una gran confianza en el trabajo de sus compañeros, así como en la perspectiva que aporta su líder.
¿Cómo formarlos?
Llevar a cabo este trabajo de formación de equipos de alto rendimiento es más complejo de lo que pueda parecer.
Para empezar, el objetivo y las tareas del proyecto a realizar deben estar previamente definidas al milímetro. Las metodologías de establecimiento de metas que puedan hacer uso de las reglas SMART serán especialmente útiles en este contexto.
El siguiente paso se establece obligatoriamente en la elección de los componentes que formarán parte y en la figura de liderazgo en equipos de alto rendimiento. La adecuación de la figura del líder en este tipo de metodologías es imprescindible, puesto que será el encargado de poner en marcha estrategias de motivación de equipo y de apoyar y guiar al resto de trabajadores.
Para que el proyecto supere las expectativas, es necesario que exista una sinergia orgánica entre los empleados y el líder, así como que cada uno de ellos comprenda y esté conforme con el rol que se le asigna. Asimismo, aunque cada componente trabaje en base a los requerimientos del proyecto, es necesario que se les comunique qué se espera de ellos, en qué fecha y el nivel de autonomía con el que van a contar para desarrollar el trabajo.
Antes de poner en marcha el equipo, también es necesario establecer estrategias adecuadas de gestión de conflictos, así como promover una comunicación fluida y sin barreras entre los miembros que lo compondrán. De esta manera, además de asegurarte de contar con los empleados adecuados, se podrá generar una metodología de autogestión que ayudará a cohesionar su trabajo de manera aún más efectiva.