La carrera profesional de Enrique Lores (Madrid, 1965) es totalmente atípica. Desde su estreno como becario en Estados Unidos, a la primera línea del organigrama mundial, este ingeniero ha escalado todos los puestos de HP, sin saltarse ninguno y sin perder la sonrisa ni las ganas de descubrir cosas nuevas. «Si ha habido algo por lo que siempre me he distinguido ha sido la curiosidad».

A los 15 años, su familia se traslada a Valencia donde su padre obtiene una plaza como médico. «Allí, las mejores ingenierías eran Caminos, Industriales o Agrónomos. Miré los programas y el que más ilusión me hizo fue el de Industriales». Extraña mezcla ingeniería-ilusión, que a él le funciona perfectamente. «Era una universidad pequeña, con nueve personas por clase, y se aprendía mucho. Siempre he comparado lo que aprendemos nosotros con lo que se estudia fuera y pienso que de la Universidad española se sale muy bien preparado. Aquí hay más formación teórica y menos práctica, pero la primera es lo suficientemente amplia y profunda como para que la práctica se pueda desarrollar fácilmente».

En el último curso, HP concedía becas a estudiantes para trabajar en San Diego, Estados Unidos. «Vinieron a hablarnos de lo que significaba diseñar una impresora y pensé: “¡Esto me encanta”. Me presenté y me dieron la beca». «Fue fantástico, tanto por los medios como por la cultura de empresa. Yo era becario pero tenía los mismos derechos que una persona que llevaba 20 años».

La suerte jugó a su favor, y en esa época HP abrió una sede en Barcelona, donde él comenzó a trabajar como ingeniero de I+D. «Allí vi que para que tenga utilidad lo que haces debe tener un valor para el cliente, por eso me interesó complementar la parte técnica con la parte más de negocio». «Lo que más me sirvió de estudiar un MBA en ESADE fueron dos cosas: entender la parte técnica del negocio, pero, sobre todo, la Sociología, la Psicología, la parte más social, algo que en ingeniería no se toca».

Tras este paso llegarían sus mejores trabajos, «aquéllos en los que más he aprendido». Primero en Marketing, en definición de estrategia y nuevos productos, y luego como «director de operaciones de un pequeño negocio que se estaba montando y en el que fui mini director general de un tipo de impresoras nuevas».

Un salto más
Después comenzó a dirigir grupos multiculturales como vicepresidente de Marketing de un grupo, Digital Publishing Solutions, donde siguió aprendiendo y aprendiendo, «y sobre todo, haciendo cosas. Los planes de desarrollo de las personas tienen que pasar porque cambien de trabajo. Creo que se aprende más estando expuesto a situaciones difíciles, comprometidas y nuevas».

«Después de ese puesto cambié totalmente de trabajo: pasé a Ventas» y de ahí, en el año 2003, a la dirección general de Gran Formato, un área de negocio con sede mundial en Barcelona, en la que ha dejado huella. «Allí aprendí a llevar una compañía completa: desde definir una estrategia a largo plazo, a ejecutarla y crecer, doblando el negocio». El momento no le acompañaba. Parte de la producción se había trasladado a Asia y el desasosiego podría haberse instalado en la plantilla, pero él les mostró que un cambio era posible. «Lo más difícil fue convencerles de que si definíamos un plan atractivo seríamos capaces de atrer dinero y el negocio crecería».

No se equivocaba y desde la central le ofrecieron el que hoy es su puesto: responsable mundial del canal de distribución de HP, «más de un tercio de toda la compañía». Ya ha encontrado casa en California y su familia se traslada con él para empezar una nueva vida. Y todo con la misma curiosidad de siempre, y con idéntica ilusión. Pero, eso sí, sin salir de HP.

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