El compromiso con la empresa se desvanece, las tareas se resienten y la baja productividad hace mella en los resultados de la empresa. Los expertos lo llaman «absentismo emocional»: «Las personas no realizan sus funciones con eficacia y pasan los días de trabajo haciendo lo mínimo posible –con perdón, calentando la silla– y con una actitud desilusionante con la empresa». Así lo explica Enrique de Martín, director de recursos humanos de Groupama Seguros, en el estudio «Gestionando el compromiso con la empresa: Combatir el absentismo», editado por el IESE.

El hecho de que el trabajador sí acuda físicamente a su puesto, aunque desmotivado, lo convierte en un fenómeno difícil de cuantificar. Como observa Enrique de Martín, «al revés que los otros tipos de absentismo, su manifestación es de carácter puramente emocional, y de forma consciente y segura por el trabajador».

¿Cómo se puede identificar la falta de compromiso con la empresa? Ángeles de la Flor es coach y socia directora de Aflora, firma especializada en servicios de transición profesional. Con una experiencia de más de 15 años como coach, tiene experiencia en detectar a este tipo de trabajador, que denomina «empleado zombie» – está presente en cuerpo, pero no en alma–. Para ella, lo esencial es «observar y escuchar», analizar la relación del manager con el empleado y el comportamiento del trabajador. «Notas un lenguaje diferente», dice Ángeles de la Flor. El «voy a hacer algo porque tengo que hacerlo» sustituye al «porque quiero hacerlo». Es la diferencia entre la obediencia y el compromiso.

Con la crisis ha aumentado el número de «empleados zombies». Muchos directivos recuerdan cada día a su plantillla lo difícil que está el mercado y la suerte que tienen de tener trabajo –sin reparar en la suerte que tiene la empresa de contar con ese empleado tan válido–. El talento está, pues, encerrado y es muy posible que, acabada la crisis, abandone la compañía tras una oportunidad mejor. «La empresa también tiene que ofrecer algo, tener un compromiso con la motivación», advierte Ángeles de la Flor.

En la motivación está la clave para solucionar el problema. El manager tiene que detectar a ese «empleado zombie» y conseguir que vuelva a sentirse comprometido con la empresa. Es verdad que la plantilla también debe poner de su parte, pero, en los tiempos que corren, ¿no se le han pedido quizá demasiados sacrificios? Como dice Ángeles de la Flor, «los empleados tienen un poco gastado el botón de ‘on’ de la motivación». La parte de la empresa también cuenta.