La COVID-19 ha tenido un efecto ambiguo en la carrera hacia la sostenibilidad en las empresas. Por un lado, ha impactado negativamente en la agenda 2030 y los planes de RSC relativos a los ODS. Sin embargo, ha incrementado la visibilidad del cambio de paradigma necesario y las probabilidades de llevarse a cabo. Las compañías tienen la oportunidad de seguir la filosofía de las smart cities y nutrirse mutuamente ambos proyectos.

Empresas sostenibles en ciudades sostenibles

La “ciudad inteligente” o Smart City es aquella que utiliza el potencial de la tecnología y la innovación, junto al resto de recursos, para promover de manera más eficiente un desarrollo sostenible y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de su ciudadanía. Los beneficios que se persiguen con este uso smart o inteligente del big data o el internet de las cosas (IoT) son:

  • Contribuir a la mejora del medio ambiente.
  • Ahorrar costes a sus contribuyentes.
  • Optimizar los servicios públicos.
  • Mejorar la transparencia en la gestión de las administraciones.
  • Conseguir retener empresas y atraer talento.
  • Mejorar la comunicación entre la población.

El objetivo del departamento de recursos humanos, en paralelo, es contribuir a generar un espacio físico y virtual que mejore la experiencia del empleado, así la compañía podrá formar parte de los sistemas productivos que tienen en cuenta la sostenibilidad y la adaptabilidad de la naturaleza humana.

Empresas sostenibles en ciudades sostenibles

Algunas buenas prácticas

Desde el diseño de los lugares de trabajo hasta las elecciones en climatización y transporte, algunas buenas prácticas son compartidas por las empresas como concreción del modelo de smart city. Muchas han sido aceleradas tras la pandemia:

  • La oficina sin papel marcada por la digitalización de los procesos empresariales.
  • Emisiones netas cero para paliar las consecuencias catastróficas del cambio climático.
  • Implantación de la economía circular, transitando del modelo de producir-consumir-tirar al aprovechamiento y recuperación de los recursos en toda la cadena de valor.
  • Apuesta por empresas saludables con programas de nutrición y ejercicio físico junto con acompañamiento en gestión emocional, especialmente tras el impacto negativo en la salud mental de los trabajadores ocasionado por las situaciones de soledad y aislamiento.
  • Conservación de la biodiversidad, que contiene la dispersión de enfermedades. Propuestas como los “tejados verdes” cada vez prosperan más, pues conllevan un ahorro de energía, especialmente en la climatización de los interiores, y alejan la contaminación, paliando las alarmantes emisiones de dióxido de carbono.

ODS en smart cities

Para clasificar a una ciudad como “smart” se mide con sensores datos que se ajusten a parámetros como los niveles de radiación, la detección de wifi, los niveles de decibelios, el control de fechas de caducidad de productos o de las categorías variables de consumo entre la ciudadanía. De manera paralela, cada día más, los stakeholders solicitan de las compañías mayor compromiso con su responsabilidad social corporativa y acercarse en su estrategia a los ODS para cumplir con la Agenda 2030. La ONU ha nombrado al tiempo que queda hasta esta fecha como la Década de Acción por los ODS, que se considera un llamamiento a todos los actores, especialmente a las empresas.