Beatriz Carvajal

Beatriz Carvajal, actriz

Es uno de los rostros más populares de la televisión, pero gran parte de su carrera se ha desarrollado en el teatro. Beatriz Carvajal (Madrid, 1949) nació con el amor al teatro metido en las venas. Sus comienzos sobre las tablas, con quince años, le permitieron codearse con gigantes de la escena como Antonio Ferrandis o Irene Gutiérrez Caba. En la actualidad comparte escenario con Magüi Mira en la obra «El cerco de Leningrado», del dramaturgo José Sanchís Sinisterra.

–¿Cuál fue su primer empleo remunerado?

– Recién cumplidos los 15 años estrené en el teatro María Guerrero una obra que se llamaba «Intermezzo», y luego seguí allí, en el mismo teatro, dos obras más. Mi primer empleo fue eso, con 15 añitos ya haciendo teatro.

– ¿Y cómo lo consiguió?

– Primero, porque soy muy pesada (risas). Además, mis padres tenían mucha amistad con Antonio Ferrandis y yo le daba mucho la lata a él. Le decía que yo quería ser actriz y le preguntaba qué tenia que hacer. Un día apareció por casa diciéndome: «Que ya vas a hacer teatro, pesada». En el María Guerrero necesitaban siete niñas para salir en una función, «Intermezzo», y entonces me llevó para que me conociera el director de la obra para ver si le parecía bien. Dijo que sí, y así fue.

– ¿Y qué aprendió en ese primer trabajo?

– Yo estaba muy abierta a aprender mucho porque, además, tuve la suerte de trabajar con actores grandísimos. Yo creo que he ido aprendiendo a lo largo de la carrera, de mi profesión, y, no sé, seguramente algo se me quedó, porque yo me dedicaba a observar mucho lo que hacía gente como Antonio Ferrandis, Irene Gutiérrez Caba, José Bódalo… La del María Guerrero era una compañía fantástica. Yo creo que, lo poco o lo mucho que sé realmente, lo fui aprendiendo desde ese momento.

– ¿Y siempre supo que quería ser actriz?

–Sí, siempre. Eso lo tengo clarísimo. Soy la segunda de siete hermanos y, desde muy pequeña, recuerdo que lo que más me divertía era jugar a hacer espectáculos, a hacer funciones de teatro, a disfrazar a mis hermanos y montarles bailes y cosas. O sea, que desde siempre tuve claro que quería ser actriz.

– De todos los medios en los que ha trabajado, ¿cuál prefiere?

– A mí me gustan todos los medios que mi profesión me ofrece, el cine, el teatro y la televisión. Pero creo que el teatro es la esencia de la interpretación. Por eso es una gran satisfacción cuando consigues subirte a un escenario y convencer a los que están ahí sentados. Creo que para una actriz el teatro es un medio tremendamente importante.

– Usted trabajó en la televisión en los años 70, ¿cómo ha cambiado ese medio desde entonces?

–Hombre, yo de la televisión de los 70 echo de menos los «Estudio 1», que era una forma muy buena de llegar al teatro y de que la gente aprendiera a ver a grandes autores, los que se hacían entonces. Yo creo que la televisión ha cambiado mucho a todos los niveles y que ahora se hacen, por ejemplo, series muy buenas, con muy buen criterio. Y luego, por ejemplo, hay una cosa que me gusta mucho de la televisión de ahora y es que hay mucha información, cosa que antes no había, porque no podía ser, no se podía informar de todo.

–Mirando atrás y viendo toda su carrera en perspectiva, ¿con qué se queda?

– Pues no lo sé. Hombre, yo he hecho muchas cosas en mi carrera, por ejemplo, cuando empecé en la televisión, haciendo humor. Eso cambió muchísimo mi vida profesional. Y luego, haber seguido haciendo teatro. He tenido la suerte de estrenar a grandísimos autores. Pero yo siempre miro para delante y pienso que lo mejor está por venir siempre. Por ejemplo, creo que ahora me han hecho un regalo enorme permitiéndome estrenar una obra como «El Cerco de Leningrado».

– ¿Qué consejo le daría a un joven que quiere empezar en el mundo de la interpretación?

– No me gusta mucho dar consejos pero, lo primero, por encima de todo, que no se metan en esta profesión para hacerse famosos, sino porque la amen, porque lo que quieren es llegar a interpretar grandes cosas. El que lo haga así, el que entre por amor en esta profesión, que tenga paciencia, porque es difícil, pero es la profesión más hermosa del mundo.