Por María José Vega, directora de Recursos Humanos de Hedima
Todos somos conscientes de la competitividad actual del mercado. Destacar en un escenario así requiere altas dosis de esfuerzo, trabajo continuado y actitud personal positiva. Por este motivo, empresas y trabajadores tienen que reciclarse continuamente adaptando sus habilidades y conocimientos para estar a la altura de un mercado cada vez más exigente.
La mejora de la cualificación profesional de los empleados y el aumento de su productividad son necesidades básicas para que una empresa pueda competir en el mercado. En este aspecto la formación se convierte en pieza fundamental para la empresa con la que todas las partes ganan: una empresa que forma a sus empleados es una empresa más competitiva y un trabajador formado es un trabajador más productivo; es el win-win de la formación continua. Pero para que esta perfecta combinación se produzca, como en todo, no vale cualquier formación y existen algunas claves para que este win-win tenga sus resultados.
En primer lugar la innovación en formación se convierte en pilar básico de cualquier modalidad formativa. Cada vez más programas trabajan para escapar de los modelos didácticos al uso, apostando por métodos creativos que ayuden a aumentar la calidad del trabajo que desempeñan los empleados de una compañía.
Asimismo, es fundamental para la empresa contar con métodos formativos que aseguren la participación y la involucración de los empleados. Únicamente de esta manera el trabajador se sentirá partícipe de lo que realiza, lo que fomentará una motivación para el desempeño de la actividad formativa en cuestión.
Además y en tercer lugar, es fundamental que las empresas sean conscientes de sus necesidades y de sus características ya que, al igual que no hay dos trabajadores iguales, no hay dos empresas iguales. Por este motivo es necesario contar con expertos que analicen estas necesidades y que sepan exactamente el método formativo más apropiado para la empresa, en función de sus características y de su equipo humano.
La formación se convierte en un recurso para la promoción interna, para la movilidad y para el reciclaje de los empleados. Sin embargo, para que empresa y trabajador ganen y se produzca este “win-win”, otra de las claves es la optimización del proceso global de formación, desde la gestión eficiente de los recursos financieros, la gestión del propio programa formativo, hasta la gestión de los docentes. Contar con expertos que aseguren esta optimización es fundamental para la rentabilidad de la formación tanto para la empresa como para el empleado.
En definitiva, los departamentos de recursos humanos tienen a su alcance la posibilidad de contar con empleados cada vez más productivos gracias a las ventajas que la formación continua presenta. Pero únicamente su desarrollo con expertos que aseguren la calidad y la eficacia de los procesos formativos, hará que todos acaben ganando. Una empresa con empleados formados es una empresa con mejores resultados.
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