Marta Blasco, socia de Professional and Personal.

Hoy por hoy todo es muy similar. Los productos y servicios que ofrecen las empresas son extraordinariamente parecidos, y no les queda más remedio que llevar una guerra de precios para poder diferenciarse de la competencia, puesto que la famosa “calidad” y el tan buscado “valor añadido”, es casi más psicológico que objetivo. Buscan diferenciarse, pero todos al final llegan a la misma diferenciación, por lo que el éxito al final, se lo dan otros factores, pequeños detalles, o en el peor de los casos, cuando no los encuentran, sólo les queda una política de costes de supervivencia, con las consecuencias que todos sabemos que trae.

Ahora más que nunca vivimos esta misma guerra empresarial pero en nuestras vidas laborales. Sobre todo en la tediosa búsqueda de empleo. Cientos de candidatos optando a una posición. Y  la verdad es que todos los candidatos son muy parecidos: los mismos estudios, todos con uno o dos Másters, idiomas, experiencias internacionales…, mucha similitud. Pero, ¿quién es el que al final lo consigue? Pues aquel que se ha fijado en cuidar los detalles. Detalles que aportan la diferencia: cuidado de networking, buen currículum, buena presentación, buena presencia en entrevista, mejor explicación de sus virtudes al entrevistador, carisma, simpatía, imagen…

Del cuidado de los pequeños detalles saben mucho los deportistas, y sobre todo, deportes de alta competitividad basadas no sólo en la pericia si no en el uso de herramientas. Por ejemplo, la fórmula 1. El valor añadido  proporciona “milésimas de segundo” con respecto a su competidor. Pero esas milésimas de segundo te dan la victoria. Y las acciones que realizan para obtener un diferencial de milésimas de segundo pueden ser detalles que parecen insignificantes: sacar un tipo de rueda distinto, un ligero cambio en los alerones o decidir cuándo y en qué cantidad se reposta combustible. Esas pequeñas cosas te pueden hacer ganar una carrera o un campeonato.

En el mundo de la política, también conocen lo que es cuidar los pequeños detalles, y existe un caso muy conocido que demuestra lo importante que es cuidar la imagen. Publicamos un texto aparecido en www.abc.es con motivo del 50 aniversario del debate televisivo entre Kennedy y Nixon:

Texto perteneciente a www.abc.es, 26.09.2010. Titular: 50 aniversario del “Kennedy contra Nixon”, el primer debate televisado.

..Se calcula que en torno a setenta millones de espectadores tuvieron ocasión aquella noche de seguir el primer debate retransmitido por la pequeña pantalla entre dos formidables aspirantes a la Casa Blanca: Richard Nixon contra John F. Kennedy.  

En retrospectiva, el republicano Nixon cometió una cadena de errores imperdonables en la era de la comunicación de masas: no se preparó adecuadamente, descuidó su apariencia hasta el punto de negarse a ser maquillado y quizá, lo más grave, subestimó a su rival. El vicepresidente había estado recientemente hospitalizado doce días por una operación de rodilla, estuvo haciendo actos electorales hasta dos horas y tenía aspecto un poco embalsamado, empezando por la notoria «sombra de las cinco de la tarde» (la barba crecida desde el afeitado matutino). 

Kennedy, por su parte venía de hacer campaña en California. Relajado y con un envidiable moreno. Tono de piel telegénico que cultivó en la mañana del debate tomando un poco más el sol en la azotea del hotel Hilton de Chicago. Mientras su equipo de confianza le ayudaba con tarjetones azules a repasar contestaciones previsibles. Su famoso ayudante Ted Sorensen ha explicado cómo acarreaban un baúl repleto de libros, anuarios y publicaciones a modo de «Google» analógico. Además el candidato demócrata tuvo el acierto de vestir un traje oscuro y calcetines extra-largos. 

Se dice que el público que siguió aquel evento por la radio, llegó a la conclusión de que Nixon lo había hecho mejor. Mientras que la audiencia de televisión se inclinó más a favor de Kennedy 

Los pequeños detalles son los que te aportan la victoria o el éxito, cuando existe una gran semejanza entre los productos, o entre rivales. Es lo que aporta el valor añadido. Y es importantísimo tenerlo en cuenta, sobre todo en esta época tan convulsa y complicada que estamos viviendo. Ahora sí que hay que tomarse muy en serio cuidar todos los detalles para conseguir el éxito, porque la competitividad es máxima, y las circunstancias en las que estamos viviendo son extremas, teniendo que competir contra personas u organizaciones muy similares a nosotros.

Moraleja: Busca lugares donde te puedan ayudar a potenciar esos pequeños detalles que te darán la diferencia. Porque tu competencia ya lo está haciendo.