Si la leyenda cuenta que el griego Demóstenes se metía piedrecitas en la boca para domeñar su tartamudez, el recurso actual de no pocos profesionales es el archiutilizado ‘power point’, un aditivo de la comunicación al que se aferran cual náufragos a una tabla. «Es un apoyo, pero no puede sustituir el contenido del discurso ni suplantar la personalidad del comunicador», afirma  el periodista Manuel Campo Vidal.