La sabiduría colectiva de los grupos, la fuerza y resiliencia que generan los equipos es el oro que buscan las organizaciones en sus plantillas. Construir buenos equipos de trabajo requiere de técnicas, condiciones y características. Una fundamental es el primer contacto, el paso de ser desconocidos a empezar a colaborar. Este puente puede construirse gracias a las dinámicas icebreakers, los rompehielos. Se trata de generar el calor, la energía que permita el trabajo en grupo. Te contamos algunas de sus características.

¿En qué consisten las técnicas icebreakers?

Los icebreakers son dinámicas que facilitan la creación de grupos. Rompen el aislamiento en el que viven las individualidades para trabajar en equipo, en el logro de un objetivo común. Los icebreakers también se utilizan para dar energía a un grupo cuando está pasando por un momento de desconexión o retraimiento individual debido al cansancio o a la tensión.

Conocer a las personas con las que se va a iniciar un trabajo en común favorece la empatía. Por eso, muchas de estas técnicas están enfocadas en saber más sobre las otras personas que componen el grupo. Se trata de generar vínculos de afinidades o encuentros con los que el grupo se enriquece. Este tipo de ejercicios fomenta hábitos de trabajo saludables, porque están fundamentados en la diversión y destensan el ambiente que se crea en un primer encuentro.

Técnicas que ahondan más o menos dependiendo de la madurez del grupo

Las técnicas rompehielos no siempre tienen el mismo grado de profundidad. Pueden requerir de una mayor implicación en unos casos, y en otros lo que se comparte con el resto es más superficial. Lo ideal es que se inicie una dinámica grupal con ejercicios en los que la aportación individual sea más liviana o tenga un menor compromiso y, según avanza la formación y la calidad del ambiente en el grupo, se intensifique el nivel de compromiso.

Mediante las técnicas icebreakers se logra la confianza en el poder del grupo. También es una forma de incorporar conocimientos de una forma amena al hacerlo en colectivo. Favorece un ambiente relajado y libre de estrés porque no se carga con la responsabilidad de dar respuesta a un problema a solas. Gracias a estas metodologías, además, puede trabajarse la diversidad de formas de entender a la hora de adquirir conocimientos y poner en valor la diferencia. La cooperación iguala en valor cada aportación.

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Qué características deben tener los icebreakers

Estos juegos (aunque algunos especialistas recomiendan no llamarlos así por las reservas que pueden tener algunas personas por creer que es poco serio hablar de juegos en el sitio de trabajo) tienen que cumplir con unas determinadas características para que sean efectivos.

Deben ser cortos y sencillos para que no resten dinamismo a la sesión. Las instrucciones deben ser simples y muy claras (imprescindible que quien dinamiza no improvise o venga poco preparado para no crear caos). Es importante que tenga cierta garantía de éxito, es decir, que se haya probado anteriormente y se sepa que funciona. Es verdad que cada grupo genera sus propias dinámicas, pero se pueden observar en los grupos ciertos comportamientos compartidos que pueden asegurar el éxito de la sesión.

En este sentido, es importante tener la habilidad de identificar cuándo una dinámica no está funcionando y cambiarla, no forzarla. Por lo tanto, hay que llevar una buena batería de ejercicios preparados que sean divertidos, originales, interesantes y que sirvan para movilizar.

Por último, deben tener un objetivo detrás (conocer el nombre de cada participante, saber las competencias colectivas del grupo, subir la energía de un grupo…) que es interesante también compartir.

En internet pueden encontrar cientos de juegos que se ajusten al objetivo que quieras conseguir y dependiendo del grado de madurez del grupo.