Las cosas suceden, de una manera u otra.

Las redes sociales están cambiando nuestra forma de interactuar entre nosotros. La forma de relacionarnos. Pero sobre todo la forma en que se mueven las comunidades.

No hace mucho, publicar artículos en muy concretas revistas de prestigio significaba, para quien lo hacía, reputación y renombre. Existían convenciones mundiales en las que se propiciaba la reunión de las mentes más privilegiadas para hablar de temas de importancia mundial. Que en muchos casos llevaban a la solución de problemas creados muchas décadas atrás.

Hoy, las redes sociales facilitan y favorecen una comunicación inmediata. Son canales abiertos a los que cualquiera puede tener acceso, y de las que se puede obtener información, digamos, privilegiada, al instante.

La importancia de la información, pero sobre todo del acceso a la información de primera mano, es crucial. Y más cuando hablamos de un período en los que la incertidumbre por encontrar un puesto de trabajo es perentoria. Recordad que no hace mucho tiempo atrás leíamos las ofertas de empleo en los suplementos dominicales satinados de rosa de los medios de comunicación, o acudíamos a los semanarios de anuncios por palabras. Incluso la fuerza de portales de internet como el de Infoempleo.com era sobresaliente. De hecho, más de uno empezamos a descubrir Internet de la mano de estos sitios de ofertas de empleo generalistas.

Las redes sociales significan acceso a la información. Un derecho más manejado por los periodistas, pero de igual importancia para todo el mundo. Las redes sociales son personas que interactúan, que se cuentan sus cosas, que intercambian información de primera mano, o mediante el boca a oreja. En un futuro no muy lejano este dicho carecerá de sentido, porque su verdadero valor se encontraba entre tweet y retweet.

Los inicios

Para quienes no saben usar alguna de estas redes, su manejo no pasa por ser desconocido. En su simplicidad reside su éxito. A poco que busquemos alguna cosa, siempre hay alguien que ha escrito sobre el tema, ha hecho alguna mención, o ha incluido alguna información al respecto. La brevedad y la concisión de un mensaje adquieren su sentido máximo en la potencia de una palabra precedida de un símbolo, que inmediatamente se identifica con un enlace de búsqueda, y en el acompañamiento de un dirección web carente por completo de sentido por sí misma.

Quienes leen un tweet con información por primera vez, suelen encontrarse con palabras precedidas de almohadillas (#), y direcciones web que parece que no llevan a ninguna parte reconocible a primera instancia. Porque se acortan hasta dejarlas en su mínima expresión, de modo que no resten importancia al contenido del mensaje que se quiere transmitir en los 115 caracteres restantes.

Pero lo más importante de todo esto no es otra cosa que las comunidades o grupos de gente afín que se crean en derredor a determinados temas o contenidos. El dinero no es el motor del mundo, sino el gusto por algo. Y siempre que llegamos a algún sitio, empezamos a sondear el lugar y buscamos aquello que nos es más de nuestro agrado: bien sean tendencias ideológicas, formas de expresión, el look de determinadas personas… Nos relacionamos con aquello que nos identifica. Con aquello que nos define.

En las redes sociales pasa tres cuartos de lo mismo. Nos iniciamos en ellas por una determinada razón. Buceamos, indagamos, aprendemos y nos manejamos tratando de encontrar a aquellas personas que puedan servirnos de guía y de ejemplo en ese extraño periplo por el mundo virtual.

Si tenemos la suerte de que alguna de esas personas desconocidas se fije en nosotros, la acomodamos en el papel de mentor o maestro. Alguien a quien acudimos siempre que podemos para obtener ayuda, consuelo y consejo.

Pero la verdadera fuerza de nuestro éxito reside en lo que contamos en esa red social. Y no me refiero tanto al hecho de hablar de nosotros mismos, de nuestras necesidades, de nuestras esperanzas…

Hablo de las sinergias que generamos cuando enviamos al ciberespacio ciento cuarenta caracteres cargados de vida y de sensaciones. Esto sucede cuando nos envalentonamos y les pedimos a todos quienes nos siguen (sinceramente, la mayoría de ellos todos unos auténticos desconocidos) ayuda para encontrar un #trabajo o un #empleo, en el que destacamos nuestros puntos fuertes o áreas de interés.

¿Haríamos lo mismo en un cine, ante menos gente, pero todos iguales de desconocidos? ¿Anunciaríamos nuestra necesidad de encontrar empleo? Creo que no. Y seguramente el grado de éxito de obtener un trabajo sería mayor, ya que todos los que allí se encontraran serían personas de la misma localidad.

No es tanto el ser anónimos lo que da fuerza a las redes sociales, sino el hecho de su universalidad y accesibilidad. Que cualquiera en un momento determinado y muy concreto puede leer nuestro mensaje y contactar con nosotros para ofrecernos algo. Eso sólo puede pasar cuando nuestro grupo de gente al que pertenecemos hace unión y viraliza, da a conocer a sus seguidores respectivos, el mensaje original.

El valor de un tweet adquiere su máximo exponente en el retweet, que no es otra cosa que la difusión de un mensaje por parte de muchos, pero tal cual lo acuñó su creador.

Su utilidad en la búsqueda de empleo

En lo que al #empleo se refiere, el valor de las redes sociales estriba aquí. Porque permite que muchos desconocidos entren en contacto entre sí y complementen sus necesidades laborales. Las concilien. El que busca, por el que necesita. El que se ofrece por el que pensaba que no era necesario contar con un profesional de ese tipo.

Y sobre todo, la enorme cantidad de mensajes de empresas, usuarios y portales de empleo que proliferan a diario por la red. Todas reunidas en un mismo sitio. Y si no están ahí, siempre hay alguien que empieza el corre-ve-y-dile y hace correr la voz.

Antes, en los pueblos, en los medios rurales, el vocero era el portavoz de buenas y de malas noticias. Hoy, las redes sociales se alzan como miles de mensajeros alados que portan noticias de todas partes. Pero lo más significativo es que tenemos acceso a dichas informaciones al instante.

Cuando hablo de crear comunidad es porque tengo la convicción de que es tan importante pedir como ofrecer. Y para que lo que digas sea tenido en cuenta es necesario, siempre, compartir información similar a la que deseas encontrar. Esto es. Si partimos del caso en que estamos buscando trabajo en una determinada área, en un lugar concreto, focalizaremos nuestra búsqueda de mensajes en ese sentido. Pero también al tipo de usuarios al que seguir y a quienes seguiremos.

Pero esto no quita que cuando a nuestros tweets llegue una información relevante, de índole parecida, pero que a nosotros no nos interese, debe ser retuiteado para que el resto tenga acceso a dicha información.

Es más importante hacerte notar y que sepan de ti quienes te siguen. Habitualmente, cuando alguien me sigue, suelo recibir un mensaje de correo en mi buzón que me avisa de ello. Cuando tengo tiempo, me suelo tomar un rato en contestar de manera individual a cada uno de ellos informándoles de quién soy, y qué van a poder encontrar en mi línea de tiempo. En mis mensajes. De esta forma, cada una de las personas que entra en contacto conmigo sabe para qué estoy en las redes sociales y qué espero de ellas.

En mi caso particular, utilizo descaradamente mensajes abiertos para hacer menciones de bienvenida. En estos mensajes personalizados, y en función de los perfiles a los que respondo, suelo dar rienda suelta a mi creatividad para presentarles profesionalmente qué hago, o para animarles a contar conmigo, libre y abiertamente, si necesitan a alguna persona de mi perfil profesional.

Con ello consigo dos cosas. La primera, tener un detalle y dar a conocer a esa persona al resto de mis lectores. La segunda (y FUNDAMENTAL) les estoy recordando a todos ellos cuáles son mis intereses y en qué podría estar trabajando ahora mismo.

Si además unimos el hecho de que un porcentaje elevado de mensajes son informaciones sobre aquello que nos interesa, por ejemplo, el envío de ofertas de empleo, empezaremos a captar la atención de mucha gente que empezará a seguirnos. Y que actuará de la misma manera que nosotros.

En cinco palabras: sembramos para recoger más tarde.

@AntonioVChanal
Coach y Formador