La salud y el bienestar de los trabajadores son unos factores cada vez más importantes para las empresas. Las organizaciones empiezan a valorar cada vez más el confort y la salud mental de sus trabajadores.

Según la OMS, la salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad. Uno de los beneficios específicos de promover la salud mental es reducir el estrés, uno de los mayores problemas de salud causados por el trabajo en la Unión Europea.

Empresas que ya invierten directamente en la felicidad de sus trabajadores

Empresas americanas como PepsiCo, Johnson&Johnson o incluso la propia NASA son conocidas por tener implementadas actividades para reducir la tensión de sus trabajadores y así poder gestionar mejor la atmósfera laboral. Son conscientes del poder que hay detrás de tener a sus empleados contentos y como al final también beneficia a la empresa.

En España también hay algunos ejemplos de empresas que disponen de programas balance entre vida profesional y personal. Endesa, Nestlé, Siemens o Telefónica ponen a disposición de sus trabajadores una serie de acciones que facilitan la integración de sus trabajadores al ambiente laboral, como por ejemplo “Entrénate” de Endesa, destinado a fomentar la actividad deportiva del empleado.

¿Cómo evaluamos el bienestar de los trabajadores?

Esta es, quizás, la parte más complicada. Hay una serie de factores que nos pueden ayudar a identificar el estado de ánimo de los trabajadores y evitar el mal ambiente en el trabajo, juntamente con otros que también nos pueden ayudar a reforzar su día a día:

  1. Evaluar el optimismo y las emociones positivas. Podemos evaluarlo mediante encuestas aleatorias que nos permitan saber la opinión y recolectar información para mejorar la comunicación interna.
  2. Trabajar la inteligencia emocional, la empatía, el autoconocimiento, el autocontrol y la autoconciencia. Actividades internas que no necesariamente tienen que tener un coste muy elevado. Aquí lo importante es ayudar a que el equipo se conozca y que aprenda de las virtudes de sus compañeros.
  3. Confianza en los propios recursos para hacer frente a los desafíos.
  4. Definir los horizontes de cada trabajador. Tener claros los objetivos a los que queremos llegar y definir el camino a seguir para conseguirlos.
  5. Escuchar y valorar la opinión de nuestros trabajadores. El error forma parte del día a día del trabajador y es el modo en el que más se aprende.
  6. Saber identificar los comportamientos positivos para consolidarlos en el futuro. Tenemos que destacar también aquellos procesos bien definidos en los que el trabajador se siente cómodo y que aporta un plus a su puesto de trabajo.

En definitiva, el trabajador optimista, seguro, motivado y feliz rinde más que el que padece los efectos producidos por el estrés. Según un estudio del Opener Institute de Oxford, este tipo de perfiles permanecen más en las empresas y se vinculan más a ellas. ¡Invirtamos en nuestros trabajadores!